La Costa Turquesa, conocida como la Riviera Turca, baña la costa que une el Egeo con el Mediterráneo, desde Esmirna hasta el Este de Antalya, ya en la provincia de Mersin.
Aunque gran parte de este itinerario ya lo conocía Marina de un viaje anterior, tenía pendiente lugares como Bodrum, Datça o Dalyan, justo en el punto geográfico donde el mar Egeo cambia su denominación por el de Mediterráneo. Y no es que necesitásemos más excusas pero añado que mi viaje por la Costa Turquesa, cancelado en 2020 por la pandemia, bien merecía un resarcimiento.
Costa Turquesa: cómo llegar
Si quisieras recorrer toda la Costa Turquesa, ya te advierto de antemano que necesitarías mucho tiempo para hacerlo. Si aun así no cejas en tu empeño, puedes llegar al aeropuerto de Esmirna (Izmir) para iniciar este itinerario por uno de los litorales más bellos del mundo.
Otros aeropuertos en esta ruta son el de Bodrum, el de Dalaman (Fethiye) o el de Antalya. Si viajas desde España vas a tener que hacer escala en Estambul, aunque hay algunas otras combinaciones posibles pasando por capitales europeas como París o Londres. Todo es cuestión de que busques y elijas la que mejor te convenga por precio, horario u otras cuestiones.
Nosotros volamos al aeropuerto de Bodrum (Milas-Bodrum) desde Madrid, con escala en Estambul, con la compañía Pegasus. Por nuestro horario de llegada, contratamos un transfer privado, gestionado por nuestro hotel, hasta Bodrum (algo más de 30 km de distancia) pero también puedes coger uno de los taxis amarillos, que resulta algo más barato, o si lo prefieres un autobús, infinitamente más económico (al cambio poco más de 3€).
Costa Turquesa: cómo moverse
Puedes recorrer la Costa Turquesa perfectamente en transporte público. De hecho, era nuestra primera opción, aunque algunos trayectos del itinerario resultaban un poco farragosos.
En Bodrum autobuses y dolmus (minibuses) te llevarán a las principales localidades de la península. Para desplazarte hasta la de Datça puedes hacerlo en el ferry (te recomiendo que consultes horarios y días de salida, ya que cambian según la temporada y que reserves con antelación en su web).

Llegar a Dalyan será un poco más pesado pero no imposible (tendrás que hacer algún transbordo y estarás limitado por los horarios y frecuencias del transporte), y desde allí puedes ir también en autobús hasta Fethiye. Si viajas en grupo y quieres ahorrar tiempo tienes dos opciones; una es alquilar un coche, que al final es lo que hicimos nosotros al ser un grupo de 4 personas (Puedes hacerlo en el aeropuerto de Bodrum o en la ciudad) y otra combinar autobuses con transfers privados. No es tan caro como crees, solo es cuestión de buscar entre varias compañías y escoger la que te convenga.
Costa Turquesa: qué ver
Entre Bodrum y Fethiye, desde donde partimos para recorrer la Costa Licia en goleta, hay algunos enclaves imprescindibles. No todos me gustaron por igual. Lejos de idealizar los destinos, me gusta ser clara en mis apreciaciones.
Península de Bodrum
Convertida en destino turístico para británicos, alemanes o rusos, aunque también en gran medida para los turcos con alto poder adquisitivo, la Península de Bodrum es un refugio discreto para top models y actores de Hollywood.
Desgraciadamente, lo que me he encontrado es una edificación desmedida de villas y resorts que se extienden por la orografía de la península; promociones inmobiliarias (siempre con la publicidad en inglés) no muy diferentes a otros lugares del Mediterráneo. Algo similar a lo que vi en la isla griega de Mykonos en mi segunda visita, 34 años después de la primera.
Bodrum, la antigua Halicarnaso
Construida sobre la antigua Halicarnaso (año 1000 a.C.) la actual Bodrum sigue ocupando una posición privilegiada en la costa sudoccidental turca (antes Caria, Asia Menor) aunque ya imaginaréis que por razones muy diferentes.
La antigua Halicarnaso formó parte de la llamada Hexápolis Doria, junto con Cnido (hoy Knidos, en la Península de Datça, de la que os hablaré más adelante), la isla de Cos (separada de Bodrum por apenas 10 millas naúticas, unos 19 km) y Lindos, Lasisos y Cámiros (estas tres últimas, ciudades de Rodas).
Poco queda ya de aquel esplendor, y apenas unas ruinas del famoso Mausoleo, el fastuoso monumento funerario del sátrapa (gobernador) del Imperio persa Mausolo. Fue un encargo de su esposa, y hermana, Artemisia II. Considerado una de las siete maravillas del mundo, el mausoleo sobrevivió a los ataques de Alejandro Magno, de los bárbaros y los árabes pero fue destruido por un terremoto en 1404.
Los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén (más tarde llamados Caballeros de Malta y Caballeros de Rodas) utilizaron muchos de sus restos para reconstruir el Castillo de San Pedro de Halicarnaso y los pocos vestigios que quedan del monumento funerario ya imaginaréis dónde pueden verse (si, lo habéis adivinado, en el Museo Británico).
El Castillo de San Pedro, conocido como el Castillo de Bodrum, es probablemente el monumento más interesante, y un lugar imprescindible en tu viaje por la Costa Turquesa. Alberga el Museo de Arqueología subacuática, único en Turquía y uno de los pocos existentes en el mundo. Abrió sus puertas en 1964 y reúne objetos recuperados en exploraciones submarinas, realizadas en los años 60 frente a las costas de Bodrum. Estos restos recuperados datan del siglo XIV a.C. hasta el XVI d.C.
Los objetos procedentes de los naufragios ofrecen además información relevante sobre las técnicas de construcción naval y el comercio marítimo en cada momento de la historia. El naufragio de Uluburun que data de la Edad de Bronce (finales del S. XIV a.C.) es uno de los hallazgos más importantes de la arqueología subacuática en el siglo XX.

Los hallazgos del naufragio de Serçelimani muestran la enorme producción de vidrio procedente de Siria; restos de vidrio recogidos para su reciclaje hace mil años.

Junto a estos, la colección de ánforas del museo es una de las más grandes del mundo. Estas fueron utilizadas en distintas regiones del Mediterráneo desde el siglo XVI a.C. hasta el siglo XII d.C.
Además de exponer objetos recuperados del mar, el museo exhibe otros de procedencia terrestre que ayudan a comprender la historia de la península de Bodrum y del propio castillo. Merece la pena visitar la Capilla, la colección de cañones, y las exposiciones en el exterior, entre jardines en los que campan a sus anchas pavos reales de color blanco. Las vistas desde su muralla, como ya imaginaréis, son una maravilla.

La Torre Inglesa ofrece una muestra de la evolución del castillo y de los caballeros. Tras la conquista de Rodas, los turcos tomaron posesión del Castillo en 1523 y a partir de 1895 fue utilizado como prisión. Con la conquista otomana, la capilla gótica se convirtió en mezquita.

El Castillo de San Pedro de Halicarnaso forma parte del Patrimonio de la UNESCO desde 2016. La entrada para los turistas extranjeros cuesta 23€ que solo pueden pagarse en efectivo y en liras turcas. Seguro que te estarás preguntando que, entonces, ¿para qué ponen el importe en euros?.
Aunque el precio de las entradas a los monumentos nos ha parecido un tanto excesiva en este viaje (en general, han subido una barbaridad) y el hecho de establecer tarifas muy diferentes para turcos y extranjeros nos hizo sentir como «pollos a desplumar», tengo que admitir que la visita al castillo y al museo merece mucho la pena y que bien vale esos 23€.
Además del Mausoleo y el Castillo, puedes ver el antiguo Anfiteatro, o lo que queda de él. Construido en el siglo IV a.C, en su origen tenía capacidad para 10.000 espectadores. Hoy en día, tras los trabajos de restauración, sigue utilizándose para eventos y actividades culturales, con una aforo de 3.100 personas. No hay ningún tipo de visita ni carteles explicativos; nosotros lo vimos de pasada cuando fuimos a buscar nuestro coche de alquiler, muy cerca de allí.
Ajena a su pasado, y al relato histórico que han escrito persas, griegos, romanos, turcos selyúcidas y otomanos, la antigua Halicarnaso es hoy una gran exposición de embarcaciones de recreo, lujosos yates, comercios de todo tipo, «beach clubs» y locales de ocio nocturno. La ciudad se despierta tarde y bulle de actividad en las últimas horas del día.
Supongo que otras localidades, como la exclusiva y carísima Yalikavak, estarán más cuidadas pero el centro de Bodrum no me pareció que estuviese muy limpio. Poco queda ya del encanto, salvo en algunas callejuelas, que me recordaron mucho a otras parecidas en Mykonos u otras islas griegas.

Como todo lugar turístico que se precie, tiene su propio punto dónde sacarte la foto para Instagram, aquí te lo dejo (en mi defensa diré que yo no me la hice).
Bromas aparte, toda la zona histórica de Bodrum está tomada por el Bazar, una sucesión interminable de tiendas de todo tipo, alguna galería de arte y muchos locales nocturnos que , cuando cae el sol, compiten en ver quién pone la música más alta. Quiero suponer que estos locales han expulsado a los habitantes de su barrio ya que de otra manera me resulta imposible creer que se pueda vivir, o al menos dormir, allí.
Desde luego, si estás buscando un destino con fiesta asegurada Bodrum puede ser un buen lugar (no es mi caso, claro).
Gumbet
A tan solo 3 km de Bodrum se encuentra la localidad de Gumbet. Puedes llegar en autobús desde Bodrum, aunque en nuestro caso lo hicimos en coche. Playas, clubs o restaurantes, al igual que en el resto de la península, salpican su costa, pero el motivo principal por el que todo el mundo visita esta localidad es contemplar el atardecer desde los antiguos molinos de viento.

Situados sobre una colina, los molinos fueron construidos en el siglo XVIII y estuvieron en funcionamiento hasta el año 1970. Aunque se han iniciado labores de restauración, todavía presentan un aspecto bastante deplorable. Es una pena ya que el atardecer es realmente mágico.
Gümüslük
Si tuviese que describir la localidad de Gümüslük sería con la frase «el pueblo más instagrameable de Bodrum». En realidad, hasta 2013, era un pueblo, y después de esa fecha pasó a ser un barrio del municipio de Bodrum.
Pequeños hoteles boutique, y algunas casas particulares que me despiertan, por su ubicación, una enorme envidia, salpican la costa en este coqueto puerto pesquero.
Si un «pero» tengo que poner es que apenas queda lugar para el paseo ya que la linea costera está literalmente «tomada» por los restaurantes que ofrecen pescado de la zona. Eso sí, bonitos son a rabiar y el marco perfecto para aspirantes a influencer que posan en posturas imposibles, a cambio de un like.
Frente a Gümüslük, a muy poca distancia, se encuentra la isla de los conejos, a la que se puede llegar andando, ya que el agua apenas cubre. Nosotros nos limitamos a observarla desde la orilla.

Yashi Beach
Si bien las playas más bellas de Bodrum se encuentran al norte, hay que tener en cuenta que son privadas y pertenecen en su mayoría a hoteles boutique de lujo y resorts.
Sin embargo, gracias a la recomendación de Jane, la dueña de nuestro hotel, tuvimos la oportunidad de visitar la playa de Yashi. Frecuentada tan solo por locales, os va a costar encontrar algún camarero que hable inglés (si, en Bodrum, que está lleno de ingleses). También aquí la playa es privada. Ojo, no quiere decir que no puedas acceder a ella y darte un baño, pero no encontrarás un lugar para poner la toalla y tendrás que alquilar una tumbona y sombrilla.

No es la playa más bonita del mundo, de hecho las playas de Bodrum no me parecieron gran cosa (me faltaron las del norte, las del lujo, es verdad) pero al menos no tuvimos que pagar entrada, cosa que ocurre en algunos beach club, y con un gasto de 300 liras turcas por persona (menos de 9€ al cambio) podías utilizar las tumbonas. Hay infinidad de hoteles y restaurantes que os darán esa opción, preguntad sin problema.
Excursiones desde Bodrum
Los paseos en barco son una de las actividades más populares en Bodrum, pero a nosotros nos aguardaba un estupendo crucero de 4 días, así que lo obviamos. Puedes contratarlos en cualquier agencia una vez en destino, la mayoría te ofrecerán una jornada en barco con comida incluida por un precio bastante asequible (alrededor de 30€).

Visitar la isla griega de Cos (hay varias compañías que ofrecen el trayecto que dura entre 30 y 60 minutos dependiendo del tipo de embarcación) es otra de las excursiones más populares.
Muchas agencias ofrecen tours diarios hasta Ëfeso (a más de 2 horas) o incluso Pamukkale (3 horas y media), aunque me parece una auténtica paliza.
Los barcos que van hasta la península de Datça en temporada alta tienen dos salidas diarias, de manera que es incluso posible hacer una excursión de un día, saliendo a las 9 de la mañana y regresando a las 18:00. Personalmente no lo haría; Datça tiene mucho que ofrecer y unas horas me parece muy poco tiempo para disfrutarla.
Península de Datça
No exagero si digo que este reducto, a salvo del turismo de masas, se ha convertido en mi lugar preferido de este viaje ¡Y mira que hemos encontrado rincones paradisíacos!. Me refiero a la Península de Datça, también llamada Península de Resadiye.
Campos de almendros y olivos me transportan al mediterráneo español; carreteras serpenteantes me devuelven a lugares conocidos y recuerdos de la infancia. ¿Es quizá por esto que me invadió una sensación de felicidad y de ambiente familiar?.
Con una extensión aproximada de 70 km, la D400 es la vía por la que vas a tener que transitar vayas a donde vayas. Lo demás son carreteras de montaña y caminos rurales que te llevarán a algunas localidades o aldeas. Es por ello que, aunque mires el mapa y te parezca que apenas hay distancia entre dos puntos, un recorrido de menos de 30 km puede llevarte 40 minutos por lo menos.
Llegamos en ferry al puerto de Datça desde Bodrum, donde embarcamos también el coche de alquiler. En el puerto (Karakoy) suele haber taxis y, si no me equivoco, también hay autobuses con los que llegar a la estación de Datça.
Datça
En el centro de la península, esta pequeña ciudad costera ofrece la típica estampa de las ciudades balneario: un largo paseo marítimo que llega hasta el puerto y una eterna sucesión de restaurantes de pescado que intentan captar a cuantos clientes potenciales pasan por delante.
Lo bueno es que el mar es accesible desde casi cualquier punto del paseo, las playas urbanas son agradables y limpias, y además hay muchas zonas de playa libre, sin tumbonas de pago.
Eski Datça
A unos 3 km, la ciudad antigua, conocida como Eski Datça, te enamorará con sus calles empedradas, sus casas reconvertidas en pequeños hoteles boutique y restaurantes, y una explosión de color en sus ventanas de colores. Las buganvillas compiten con farolillos y otros ornamentos sobre nuestras cabezas, mientras recorremos los callejones de postal, los cafés y los rincones instagrameables 100%.
Puedes llegar en autobús; no te recomiendo hacerlo a pie ya que los 3 km de distancia son cuesta arriba. Nosotros fuimos en coche y pudimos aparcar con facilidad en la entrada de la ciudad vieja (ten en cuenta que a partir de ahí la zona es peatonal). También encontrarás una parada de taxis.
Los murales de Ilknur Tokkuyu (podéis echar un ojo a su cuenta de Instagram) decoran los muros de muchos locales en Eski Datça y es un placer observarla mientras trabaja y charlar con ella a pesar de que apenas habla inglés, aunque domina como nadie el lenguaje de las sonrisas.
Aprovecha para hacerte con algunos de los productos típicos de la zona: aceite de oliva, miel o productos a base de almendras, como pastas o cremas untables, con miel o chocolate (Te recomiendo «Badem Kurabiyecisi» y «Özlü Datça»).
Palamutbükü
Poco más de 25 km al suroeste, aunque nos lleve 40 minutos en coche, la localidad de Palamutbükü es un auténtico paraíso de turismo sostenible: nada de grandes resorts ni aglomeraciones de edificios o gente.
Una larguísima playa en la que relajarte, restaurantes de pescado y cafés que, seguramente en los meses de julio y agosto estarán más concurridos (eso si, solo de turismo local), conviven en un ambiente rural 100% con casitas bajas, huertos y algunos «vecinos» como las cabras que pastan junto a la carretera o la mamá gallina que cruza con su numerosa prole ante nosotros.
Aunque en un principio teníamos pensado alojarnos en Datça, el disponer de coche nos hizo replantearnos el viaje. La playa de Palamutbükü está considerada como una de las mejores de toda la península. Además, desde aquí hasta la ciudad antigua de Knidos tan solo hay 15 km (aunque nos lleve media hora recorrerlos) y es sin duda una de las visitas imprescindibles en la ruta por la Costa Turquesa.
Knidos
Ya te lo he adelantado cuando hablaba de la antigua Halicarnaso, la ciudad griega de Cnido (actual Knidos) formó parte de la Hexápolis Doria y fue una de las ciudades más importantes debido a su ubicación estratégica y a sus dos puertos; al norte uno de uso militar y al sur otro de uso comercial.
Pero, hablando de su ubicación ¿sabías que originalmente no se encontraba en el emplazamiento que visitamos?. Se cree que inicialmente la ciudad se localizaba en el sudeste de la península, a unos 35 km de donde se encuentra en la actualidad, y se trasladó en el siglo IV a.C. Por tanto, las ruinas, las murallas y los dos puertos corresponden a su último emplazamiento.
Es precisamente en este punto donde Egeo y Mediterráneo se separan. Contemplar el mar desde las ruinas de esta impresionante ciudad te harán imaginar el poder que tuvo en el pasado, aunque hay quien afirma que lo mejor es llegar por el mar. En cualquier caso, y a pesar de los trabajos de excavación y restauración que que se están realizando, queda muy poco de lo que fue.
Nos sorprende que apenas haya visitantes, aunque parece ser que antes de la pandemia se recibían unos 40.000 anuales. Los templos de Apolo, Dionisios y Afrodita; dos anfiteatros y algunos edificios religiosos de la época bizantina son algunos de los restos que pueden visitarse. Parte de los objetos recuperados en las excavaciones pueden verse en el museo de Marmaris.
Además de su ubicación estratégica tanto militarmente como para el comercio, la ciudad antigua de Cnido fue un importante centro de las ciencias y las artes. Su escuela de medicina fue tan importante como la Hipocrática y grandes arquitectos, como Sostratus (quien construyó el faro de Alejandría) nacieron aquí.
En el año 360 a.C. Praxiteles, el escultor más famoso de su época, recibió el encargo, por parte de la isla de Cos, de esculpir una estatua de Afrodita. Praxiteles esculpió a la diosa desnuda, por lo que Cos la rechazó y fue adquirida por la ciudad de Cnido. Aunque la escultura desapareció, hay muchísimas copias de la época romana.
Sin embargo, una de las obras mas imponentes de la ciudad de Cnido, el león de Cnido, con sus siete toneladas de peso, reciben al visitante en el patio central del Museo Británico. Y es que, durante los siglos XVIII y XIX, muchos viajeros llegaban hasta Cnido para hacerse con objetos para sus colecciones. El arqueólogo británico Charles Newton, entre los años 1857-1859, realizó excavaciones llevándose consigo un gran número de piezas de gran valor.
La entrada al sitio arqueológico cuesta alrededor de 5€ al cambio. Encontrarás algunos carteles informativos, aunque tampoco demasiados. Curiosamente, no pudimos encontrar ni un solo libro en inglés (ya no digo en español, claro) en la pequeña tienda de recuerdos; tan solo estaban disponibles en turco.
Marmaris
Inicialmente, no entraba en nuestros planes de viaje visitar Marmaris. Centro megaturístico para británicos, esta ciudad de la Costa Turquesa es famosa por su puerto y por algunas playas cercanas de indudable belleza, como es el caso de Içmeler. Pero es, precisamente, el exceso de turismo lo que no nos interesaba.
Sin embargo, la ola de calor que padecimos en esos días y que auguraba unos 39 grados en Dalyan, que es a donde nos dirigíamos, nos hizo replantearnos el día y parar en Marmaris en busca de un poco de brisa marina. ¡Craso error!.
Buscamos refugio a salvo del sol abrasador recorriendo el Bazar, aunque sufrimos como nunca el asedio de los vendedores (hemos visitado muchos bazares en Turquía y puedo afirmar que nunca me he sentido tan incómoda como en el de Marmaris).

He de admitir que su casco antiguo es de lo mas coqueto, con sus callejuelas estrechas y empinadas que llevan hasta el castillo. No entramos a visitarlo pero sin duda es de lo mejorcito que ofrece la ciudad, con un estupendo museo arqueológico.

Hicimos una breve parada en la que se anunciaba como «la mejor terraza panorámica de Marmaris» según la guía Lonely Planet. Por un momento pensé en el típico rooftop glamuroso y carísimo pero ¡sorpresa! se trata de un humilde bar con 4 mesitas y si, efectivamente, tiene buenas vistas. Se llama Panorama Bar y nos tomamos unos zumos de naranja recién exprimidos a precio más que razonable (la media en cualquier lugar estaba en torno a las 100 liras turcas, menos de 3€)

Dalyan
Esta localidad fue otra de las sorpresas del viaje, tanto para bien como para «mal». Atraídas por las cientos de fotografías aéreas de esta ciudad, con el rio que serpentea entre montañas, no contábamos con que estuviese «colonizada» por los británicos. Quizá te estés preguntando si tengo algo en contra… No, no es nada personal, pero en general se adaptan muy poco a las costumbres locales. Te explico, a continuación, mis razones y cuando llegues al apartado de restaurantes lo entenderás mejor.
Las calles que llevan al centro están llenas de bares que sirven cerveza en cantidades ingentes y, sin ser Magaluf, la música suena hasta las tantas. Menos mal que nuestro hotel estaba a 10 minutos a pie del centro, junto al río y, aunque había muchos británicos alojados, el ambiente era realmente tranquilo.
Nos hubiese gustado mucho visitar las ruinas de Kaunos pero, como ya os he contado, el calor era infernal. Así que optamos por darnos un baño en el río. Otro plan era coger el barco que te lleva hasta la Playa de Iztuzu; el servicio acababa pronto, así que decidimos ir en nuestro coche.
La Tumbas de los Reyes son otro de los grandes atractivos de Dalyan. Excavadas en la roca, estas impresionantes tumbas de estilo licio en realidad fueron construidas por los Carios, que habitaban la ciudad de Kaunos (Ciudad caria, que no licia, pero que limitaba geográficamente).

Desde el embarcadero de nuestro hotel teníamos una magnífica vista de las tumbas, y contemplarlas iluminadas durante la noche era todo un espectáculo.
Playa de Iztuzu
Esta larguísima playa, unos 5 km, de arena es una «estrecha» franja que separa el río Dalyan del mar Mediterráneo. Poco masificada y frecuentada sobre todo por los locales, es conocida por ser una zona protegida en la que anidan las tortugas Caretta Caretta (o tortuga boba). Es por ello que la playa tiene horario de acceso, de 8 de la mañana a 8 de la tarde.
Disfruta de un baño en sus agua y de un largo paseo por la orilla pero, sobre todo, respeta la señalización de los nidos y bajo ningún concepto pises las zonas acotadas, ni pongas tu toalla o tu sombrilla.
En los años 80 este espacio natural estuvo en peligro ya que una empresa alemana comenzó a construir un enorme complejo hotelero. La presión de ONG y locales consiguieron que la playa de Iztuzu fuese declarada zona protegida, y por tanto no se pudiese construir allí.
Fethiye, el «Benidorm» de la Costa Turquesa
No voy a contaros mucho de este destino, que ya visitó Marina en 2019, en su ruta por la Costa Licia. Además de las tumbas licias (en esta ocasión no las visitamos por las altas temperaturas), su famoso Bazar, donde podéis encontrar ropa de imitación a buen precio, o el mercado de pescado, es otro de los destinos más frecuentados por el turismo internacional en busca de diversión y playa.

Es por ello que se ha comparado con la localidad alicantina de Benidorm, por su turismo internacional y también por ser un destino «ideal» para los jubilados, incluso para los turcos, sobretodo en invierno.
Aún con todo, vale la pena callejear. ¡Siempre encontrarás algún rincón de lo más fotogénico!
Lo mejor que puedes hacer en Fethiye es contratar alguna de las excursiones diarias en barco, una de las más populares es la de las 12 islas o, como en nuestro caso, embarcarte en un minicrucero.
Costa Turquesa: dónde alojarse
La Costa Turquesa no es precisamente un destino «low cost», aunque junio es algo más económico que los meses de julio y agosto. Nuestra máxima en los viajes es casi siempre la misma : buscar hoteles con las 3 B y, aunque en ocasiones esto sea una tarea ardua, lo que si exigimos es una limpieza impecable. Y en este viaje, imprescindible, además, que los alojamientos tuviesen aire acondicionado.
Solemos escoger establecimientos tipo Bed and Breakfast, pequeños hoteles o incluso bungalows en algún camping. Calculamos un precio medio de 60€/ noche la habitación doble con desayuno; en algunos casos fueron 70€ o más y en otros algo menos. Lo que si puedo asegurar es que las tarifas respecto a 2020 y 2021 se han incrementado entre un 40 y un 60 por ciento (para los mismos hoteles o similares).
Como ya hemos comentado alguna vez, Booking no funciona en Turquía, así que una vez allí no podréis efectuar reservas en esta plataforma. También por eso hay cientos de hoteles que no aparecen en la web. Nosotras consultamos otras como Otelz.com o buscamos en Google Maps y enviamos emails a los establecimientos (muchos de ellos sin opción de reservas online).
Estos son los hoteles en los que nos quedamos. Os pongo también otros que reservamos pero cambiamos a última hora al encontrar alguna oferta o tener mejor ubicación (siempre escogemos tarifas con cancelación gratuita).
Alojarse en Bodrum: Merih Boutique Hotel
Muy cerca del paseo marítimo pero en una calle tranquila, lo que garantizaba el descanso. Hotel coqueto y sostenible (pero de verdad, sin postureos); muebles de materiales reciclados, agua de cortesía libre de plásticos (nos proporcionaban agua filtrada en botellas de cristal tantas veces como solicitásemos), café y té, un desayuno estupendo que servían en el precioso patio presidido por una enorme morera…

Habitaciones muy limpias, de tamaño suficiente. Si pongo un «pero» es que una de las que nos tocó tenía un baño diminuto. Os recomiendo que reservéis desde la web del hotel ya que de esa forma podéis escoger la habitación que queráis. Y algo que nos ha sucedido durante todo el viaje ¡no hay persianas en las ventanas y las cortinas no tapan apenas la luz! Nota mental: en el próximo viaje llevar un antifaz para dormir.
La familia que regenta este pequeño hotel es realmente encantadora y está pendiente de que te sientas a gusto en todo momento.
Alojamiento en Datça: Palamutbükü Deniz Apart Hotel
Establecimiento familiar en un entorno rural 100%. Dispone de habitaciones y apartamentos, sin servicio de hotel (no hay limpieza diaria de las habitaciones). Excelente ubicación a menos de 10 minutos a pie de la playa.
Habitaciones amplias y limpias, escogimos una de ellas con terraza. Desayuno pantagruélico casero, con tomates de su huerto (casi lloro de emoción al probarlos) que se sirve en el jardín. Personal amable, a pesar de las dificultades para comunicarnos ya que no hablan inglés (tan solo el marido, lo justo).

Inicialmente pensábamos alojarnos en Datça donde habíamos reservado el Fuda Hotel. Un poco por encima de nuestro presupuesto (unos 80€ noche) pasamos por delante y he de decir que es una magnífica elección si llegas a Datça en ferry y no llevas coche. Tiene una zona de playa privada, con tumbonas y sombrillas para uso y disfrute de los huéspedes.
Como opción más económica, y buenas reseñas, el Datça Deniz Otel (No se si tiene algo que ver, por el nombre, con el de Palamutbükü).
Alojarse en Dalyan: Midas Pension
Unos de los alojamientos que más nos gustó en este viaje por la Costa Turquesa. Fue todo un acierto, especialmente por su ubicación, junto al río, con embarcadero propio desde el que darse un baño, relajarte en sus tumbonas o tomar el barco que lleva a la playa de Iztuzu. A 10 minutos del centro pero a salvo de música alta y ruidos.
Con unas magníficas vistas a las Tumbas de los Reyes, no se trata de un hotel al uso sino de pequeños bungalows adosados en un precioso jardín. Las habitaciones no son enormes pero tienen un tamaño suficiente; el baño quizá un poco justo pero con buena ducha.
Desayuno estupendo ¡y té de las 5, claro! Nos dio pena quedarnos tan solo una noche. Fue uno de los hoteles que encontramos en Google, escribimos y nos reservaron sin pedir fianza ni tarjeta de crédito ¡nos pareció increíble!. Pagamos allí, en euros (70€ habitación doble con desayuno).
He de decir que al llegar a Dalyan descubrimos que hay muchísimos alojamientos, B&B, pensiones, hoteles y apartamentos que no aparecen en las webs de reservas más habituales.
Alojarse en Fethiye: Infinity City Hotel
Literalmente dentro del Bazar, este hotel de habitaciones clásicas y sencillas, comodidad de la cama «regulinchi», pero suficiente para una noche. Buen desayuno buffet y limpieza correcta. Muy cerca de éste se encuentra el Minu Hotel, que teníamos reservado en 2020.
Costa Turquesa: dónde comer
De nuevo te estarás preguntando si es posible comer barato en un destino como la Costa Turquesa, del que ya te he comentado que no es precisamente económico. Y, de nuevo, se impone la lógica de buscar restaurantes u otros establecimientos donde acuden a comer los locales, a ser posible con la carta únicamente en turco y alejados de zonas como paseos marítimos y demás aunque, como verás más adelante, a veces nos hemos saltado esta norma. Asi que ¡empecemos con esta miniguía para comer en la Costa Turquesa con las 3B!.
Restaurantes recomendados en Bodrum
En la calle de nuestro hotel (Atatürk Cd) había un montón de locales de comida local y rápida. Puestos a pie de calle encontrarás en cualquier lugar de Bodrum. Sirven para tomar algo sobre la marcha y son baratos.
Ege’ de Maya (Adliye Sk). Esta meyhane (típica taberna marinera) se encuentra en una calle muy estrecha, ocupada por las mesas de este y otros restaurantes. Tiene una buena cantidad de mezzes (entrantes turcos) y pescado fresco. Ojo a las raciones ya que se nos fue un poco de las manos la comanda y no pudimos acabarnos todo. Cenamos 4 personas por 75€.
Junto a esta, hay otra meyhane muy recomendable, Mezemore, aunque de precios ligeramente superiores. Si acudís a este tipo de restaurantes, tened en cuenta que el alcohol (especialmente el raki, la bebida típica que os ofrecerán) es muy caro. Únicamente la cerveza local tiene un precio razonable.
Ristorante italiano Trastevere (Cumhuriyet Cd. 177/B) Aquí va la excepción de comer cerca del mar, paseos marítimos etc. aunque está al final del todo, una vez quedan atrás los restaurantes de pescado y los locales con música. Este auténtico restaurante italiano es más que recomendable. Si te cansas de las mil formas en las que comerás el kebab turco, puedes degustar un buen plato de pasta u otras especialidades por un precio mucho más económico que en Italia o España. La cuenta para 4 fue de 48€.
En la misma calle, pero en el número 58, Yula es uno de los bares/pubs que tienen terraza en la misma arena de la playa. Las vistas, especialmente al atardecer o anochecer, del castillo de Bodrum, son una maravilla. Puedes tomar una cerveza, un cóctel o su riquísima limonada, aunque ten en cuenta que las vistas se pagan (aun así era de los locales mas asequibles).
Dónde comer en Datça
Uysal gözleme y manti ( Datça). Este local de gestión familiar está en una de las callejuelas que dan al puerto de Datça. Su carta es muy reducida pero es un buen sitio para degustar un gözleme acompañado de una riquísima limonada casera, y además solo veréis clientes locales. No aceptan pago con tarjeta (la cuenta exacta no la recuerdo pero fue realmente barato).
Knidos Winery. En Resadiye, a unos 5 km de Datça, esta bodega con un precioso jardín ofrece degustación de vinos y tablas de quesos y embutidos para acompañarlos. Nos encantó el entorno (nada que envidiar a un «casolare» en la Toscana) y probamos vinos de la variedad autóctona, la karasi, tanto rosado como tinto. La cuenta, poco más de 50€ para 4 personas (6 copas de vino, agua, tabla de queso y otra mas combinada con embutidos).
Neseli Günler (Palamutbükü). Cenar a la orilla del mar no tiene precio (bueno si, pero más que asumible). Los mejores calamares de toda la Costa Turquesa ¡sin duda!. Además acompañados de una salsa de almendras exquisita, ya que en Palamutbükü las recetas típicas incluyen este ingrediente (puedes comer pollo con almendras e incluso lubina). Además de la carta de restaurante tiene otra de hamburguesas etc. La cuenta, unos 50€.
Cafe Meltem (Palamutbükü). Un auténtico hallazgo al final del paseo marítimo, donde acaban los chiringuitos con más glamour. Restaurante de gestión familiar en el que es posible que te atienda la hija mientras la madre está en la cocina y la abuela descansa en el porche. Cocina casera 100% con clientela local. Muy recomendable su plato de köfte. ¿La cuenta? 4 platos mas ensalada y mezzes de cortesía por 35€.
Flora Cafe (Palamutbükü). Chiringuito a pie de playa que ofrece comidas, aunque nosotros solo tomamos zumos y alguna otra bebida con las que pudimos disfrutar de las tumbonas y sombrillas disponibles para los clientes. Precio del zumo : 100 liras (menos de 3€).
Trio Coffee (Palamutbükü). Para los muy cafeteros y amantes de todas las especialidades de esta bebida. ¡El ice moka es todo un vicio!. Café de estética moderna y precios europeos, perfecto cuando ya no puedas más con el mono de un buen espresso. También sirven cócteles.
Restaurantes locales en Dalyan
Como ya he comentado, el centro de Dalyan está tomado por los turistas británicos. En consecuencia, veréis mil carteles anunciando «english breakfast» y similares. Huyendo de este tipo de restaurantes y de otros que ofrecen bailes y música para entretener al personal, buscamos algún local tranquilo y nada turístico (y lo encontramos, claro). Un pequeño «truco»: consulta las reseñas de Google y fíjate que estén escritas en turco.
Firat Pide. Como su nombre indica, la especialidad es el pide, la pizza turca y confirmamos que están realmente buenas. Ofrece mezzes y una gran variedad de platos pero optamos por sus pide, que además son enormes. Comida para 4 por 35 euros.
Adil Köfte & Kokorek . Casi enfrente de Firat Pide y un poco » escondido», este pequeño local con pocas mesas en la calle esta regentado por un matrimonio amabilísimo. La especialidad es el Köfte, una bola de carne a medio camino entre albóndiga y hamburguesa, una de las especialidades turcas que no debes perderte. Con propina incluida (no obligatoria), la cuenta fue de 800 liras turcas, al cambio poco más de 20€.
Dónde comer en Fethiye
Siendo una de las localidades mas turísticas de la Costa Turquesa, la oferta hostelera es enorme; los restaurantes de todo tipo se suceden uno tras otro y, de nuevo, buscamos locales sin turistas aunque no siempre lo conseguimos.
Hani Baba Köftecisi. Raciones abundantes y buena comida local en este restaurante con estética un tanto vintage. Lo único malo es que los asientos de escay se te pegarán con el calor. No disponen de aire acondicionado pero si de enormes ventiladores. La cuenta, 28€.
Oztoklu. Está en el famoso mercado de pescado de Fethiye, pero fuera de la zona de las pescaderías, junto a los puestos de frutas y verduras. Como en el resto de los restaurantes del recinto puedes comprar en los puestos de pescado y pagas una cantidad por persona (creo que eran 200 liras) para que te lo cocinen.

En el caso de este pequeño restaurante, también ofrecían la posibilidad de servirte el pescado directamente , del que ellos habían comprado previamente. La verdad es que había tal cantidad de gente y vendedores gritando para llamar tu atención que optamos por pedir directamente de la carta. La cena, incluyendo una lubina salvaje para 2, nos costó unos 75€.
En mi opinión este mercado está sobrevalorado y se ha convertido en un mero reclamo turístico. A no ser que seas un auténtico experto, pueden darte gato por liebre, ofreciéndote pescado de piscifactoría como salvaje.
Ulaslioglu Baklava Fethiye. Con ese nombre ya podéis imaginar cuál es la especialidad… Además de este típico dulce, su dondurma (helado de leche de cabra) es una auténtica locura. Y lo digo yo, que no soy muy fan de los helados turcos precisamente por la textura gomosa de la leche de cabra.

La Costa Turquesa y la civilización Licia
A lo largo de esta ruta por la Costa Turquesa vas a encontrar numerosos vestigios de la civilización Licia, especialmente las tumbas de piedra que salpican los lugares más insospechados y bellos, como en la antigua Simena. También descubrirás las tumbas de reyes y nobles excavadas en la roca (cuanto mayor era el rango eran sepultados a mayor altura).

Los licios habitaron esta región de Asia Menor hace al menos 3000 años. Hay quien dice que procedían de Creta. Fueron grandes marinos y comerciantes y la llamada «Liga Licia» promulgó la que se considera la primera Constitución del mundo. Incluso hay estudios que aseguran que la actual Cámara de representantes de los Estados Unidos, con los escaños repartidos proporcionalmente según la población de cada uno de los 50 Estados, se basa en la Cámara del Consejo que se encuentra en las ruinas de Patara.
Es por ello que la Costa Turquesa es conocida también como la Costa Licia de Turquía. Nuestro viaje continuó desde Fethiye a Olimpos a bordo de una goleta (esta ruta ya la recorrió, por carretera, Marina en 2019) para visitar más tarde Antalya. Todo lo que ver y hacer, a partir de aquí, te lo resumiremos en otro post.
¿Volveré a la Costa Turquesa?. ¡Sin duda!. Nos quedaron rincones y pueblos por descubrir, a pesar de que pasamos 12 días completos. Seguramente adelantaría las fechas del viaje: mayo es una excelente opción, con temperaturas cálidas pero sin excesos, y precios más asequibles.
«Yakında görüşürüz» o lo que es lo mismo ¡Hasta pronto!
Deja un comentario