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Los pueblos más bellos de Italia ¿A qué esperas para conocerlos?

¿Cuáles son los pueblos más bellos de Italia?  Es posible que el título pueda sonar categórico, que dé lugar  a tribulaciones sobre si son los que están o están los que son pero, sin atreverme a suscribir la afirmación que contiene, puedo asegurar que los pueblos que aparecen en la guía de tan selecto club no están exentos de belleza, interés y encanto.

Allá por el año 2001, en un intento no sólo de promocionar turísticamente determinadas poblaciones que quedaban al margen de los circuitos ofrecidos por las agencias, sino de preservar y revalorizar su patrimonio cultural y artístico, nace este «club» de los pueblos más bellos de Italia, a semejanza de los que ya funcionaban en otros países – véase Francia con «les plus beaux villages»-. Aunque debo decir que este propósito queda ya superado pues algunos de los pueblos que forman parte de esta asociación, esos pequeños lugares en los mapas que siempre me han gustado, se incluyan en una lista o no, se han convertido también en algunos de los más visitados y turísticos.

La primera vez que encontré el distintivo de «I borghi piú belli» fue en mi visita a Poppi, inmerso en las montañas del Casentino, en una de las zonas menos visitadas de Toscana. Vaya por delante la observación  de que traducir Borghi como pueblos no es del todo correcto. En la pasada edición del World Travel Market de Londres tuve la oportunidad de asistir a una rueda de prensa de esta asociación. Insistieron en que no se tradujese como los pueblos más bellos de Italia ya que el Borgo (un término «inventado») se caracteriza por tratarse de poblaciones amuralladas en las que se conservan edificios nobles, de gran valor artístico o histórico.

Scarperia, en el Valle de Mugello; Buonconvento, cerca de Siena; Sovana y Pitigliano en la provincia de Grosseto, son algunos de los nombres que figuran y que merecen sin duda alguna el distintivo de los pueblos más bellos de Italia, y una parada en nuestro viaje, aun cuando ello suponga sustituir algún destino en el itinerario previsto. Recorrer los nombres propios que figuran en esta guía- ya está disponible la última edición 2017 – puede ser una buena manera de conocer esa «otra Italia» y una excusa perfecta para regresar siempre que se pueda.

pueblos mas bellos de Italia

Sin haberlo previsto de ningún modo, únicamente fruto de la casualidad,  en el verano de 2011 tuve la oportunidad de visitar algunos de los considerados «i borghi più belli». Unos al norte, en la región de Liguria, y otros en el centro del país, en la de Umbría. Curiosamente tanto una como otra  no son regiones muy extensas, si no me equivoco Umbría es una de las más pequeñas de todo el país, y sin embargo en ellas se concentran un buen número de los pueblos más bellos de Italia.

Tellaro es apenas un punto diminuto en el mapa, asomado literalmente al mar, en el extremo oriental del Golfo de la Spezia. Apenas accesible con un reducido servicio de transporte marítimo, o tras un breve pero fatigoso recorrido en autobús desde Lerici,  ofrece una imagen inconfundible con sus fachadas en tonos ocre y la torre del campanario de San Giorgio.

Su orografía, especialmente su costa accidentada y rocosa, sirvió de refugio a los habitantes de las poblaciones vecinas ante los ataques de piratas sarracenos, aunque circule la leyenda de que fue el «pulpo campanero» el verdadero héroe de la historia. Comienza así…

Erase una vez, hace cientos y cientos de años, en un pequeño pueblo hecho de casitas de colores aferradas a una empinada colina sobre el mar…
El mar , en aquel tiempo, no era un lugar seguro. Estaban, de hecho, los terribles piratas sarracenos. Llegaban de noche, silenciosos como fantasmas, sobre sus velocísimas naves. Robaban todo aquello que se podía robar y destruían todo aquello que se podía destruir…
Por este motivo, en todos los pueblos de la costa por la noche había siempre un hombre de guardia sobre el campanario de la Iglesia, dispuesto a tocar la campana para dar la alarma apenas apareciese por el mar cualquier barco de vela sospechoso…

Tras esta breve traducción libre, si queréis saber como sigue la historia, tendréis que leer «El polpo Campanaro» de Beppe Mecconi, un delicioso cuento para niños que recoge la leyenda más famosa de Tellaro.

El asunto del pulpo ha dado origen también a otra delicia, como lo es el plato más típico del lugar, «polpo alla tellarese»: cocido con patatas y condimentado con aceite del lugar, aceitunas deshuesadas y un picadillo de ajo, perejil, sal, pimienta y zumo de limón. El segundo domingo de agosto se celebra la tradicional «sagra del polpo»(algo así como la feria del pulpo) en recuerdo de la victoria ante el ataque de los sarracenos, gracias a la alarma que dio el pulpo gigante.

Tellaro se recorre en un abrir y cerrar de ojos, paseando entre sus callejones silenciosos y empinados, respirando la calma en el embarcadero, tomando un café en la pequeña terraza de un bar, sin apenas visitantes… un lugar perfecto para perderse y «desconectar», gastando el tiempo con el deleite que produce la contemplación de las aguas azules del Golfo. Quizá aquí se cumple la premisa de una total ausencia de turismo de masas, pero bien pensado… sería posible que cientos de visitantes pudiesen discurrir entre sus callejones estrechos?

 

 

 

 

Desconozco si los habitantes de Tellaro echan en falta un mayor número de turistas , yo desde luego no. Observo a un grupo de mujeres que conversan en la mesa de al lado, poniéndose al día sobre sus vidas, de regreso al lugar de su infancia.

No muy lejos de allí se encuentra otro de esos lugares de gran belleza y singularidad, que merece sin duda alguna su pertenencia a la lista de pueblos más bellos de Italia. Si les Cinque Terre se han convertido por mérito propio, y por su gran riqueza natural, en Patrimonio de la Humanidad, entre ellas destaca sin duda alguna la población de Vernazza.

Desgraciadamente, el  25 de Octubre de 2011 unas terribles inundaciones sepultaron tan hermoso lugar bajo el lodo, entre los restos de los muros derruidos de las casas y los árboles que la lluvia arrancó montaña arriba hasta llevarlos a desembocar en el mar. Las imágenes eran demoledoras y las lágrimas se me saltan recordando ese lugar en el que me senté, con los pies sumergidos en las aguas cálidas y limpias, el estanco en el que compramos una postal, en la que escribimos: aquí se encuentra el paraíso… un paraíso que la naturaleza furiosa destruyó, irreconocible en las fotos del «antes y el después».

Poco a poco las poblaciones vecinas, mucho menos afectadas, se recuperaron: se abrió la línea ferroviaria, el Sendero del amor (que años más tarde ha vuelto a cerrar debido también a los desprendimientos causados por lluvias torrenciales) y los turistas volvieron.

En aquellos duros momentos, autoridades locales y gente de todo el mundo, entre ellos el periodista de viajes Rick Steves, no cesaron en sus llamamientos a la solidaridad, con distintas iniciativas. A través de una página web se podía consultar que negocios y establecimientos estaban abiertos o que iban a reanudar su actividad en breve.
Recuerdo consultarla y leer entre ellos el de «Il Pirata delle Cinque Terre» con un desesperanzador «uncertain». De cualquier modo, la mejor contribución en aquel momento fue visitar las poblaciones de Cinque Terre, especialmente Vernazza, para que sus habitantes  recuperasen sus casas, sus negocios y sus vidas, para volver a mostrar al mundo porque es, sin duda alguna, uno de los pueblos más bellos de Italia.

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