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Sisí emperatriz y Tarta Sacher: Viena sin sufrir un empacho

Sisi emperatriz y tarta Sacher: Viena sin sufrir un empacho

Si estás pensando en visitar Viena probablemente hayas comenzado a leer un montón de blogs (como éste) y guías de viaje, para hacerte una idea de lo que te ofrece la capital austriaca. En todos, absolutamente todos, encontrarás cientos de referencias a los Habsburgo, a la emperatriz Sisí, a los Palacios en los que vivió y a la fascinación que sobre tanta gente ejercía. La segunda cosa que encontrarás serán tantas otras referencias a los dulces austriacos y al que se ha convertido en un auténtico icono de la ciudad: la tarta Sacher.

Adoro el chocolate pero el recuerdo de tantas películas almibaradas sobre la emperatriz Elisabeth en las sobremesas de domingo me llevó a plantearme si no iba a ser un viaje demasiado empalagoso para mi carácter y si no podía darse el caso de que sufriese una indigestión.

Si eres de los que , como yo, piensa que tanto Palacio puede ser demasiado, sigue leyendo porque te aseguro que es posible visitar Viena sin sufrir un «empacho». La ciudad ofrece tantas alternativas que podrías incluso visitarla casi prescindiendo de la vida palaciega.

Para una dosis justa prueba a visitar estos lugares:

 

1.Palacio de Schönbrunn

Palacio Schonbrunn Viena

El palacio de verano, y antiguo coto de caza, de la familia imperial es uno de los imprescindibles de cualquier guía y una de las atracciones más visitadas por lo que resulta recomendable reservar la entrada para evitar grandes colas. Para los fans de la emperatriz existe incluso el Sisí ticket . Para los no fans esta es la visita perfecta para cumplir con nuestra dosis de Viena imperial.

Podéis comprar las entradas por internet, en la oficina de turismo y en la mayoría de los hoteles aunque si os aventuráis a visitarlo sin hacer una reserva sabed que existen máquinas expendedoras en el mismo Palacio. En las entradas os darán la hora exacta en la que podéis acceder para iniciar vuestro itinerario. Tanto si escogéis uno completo (44 salas) como uno reducido (22 salas) mejor con audioguía. Mientras tanto podéis aprovechar el tiempo de espera para visitar los enormes jardines (de acceso libre, de hecho son un parque público) y contemplar las estatuas y magníficas fuentes.

Al Palacio se llega fácilmente en metro (línea 4) , en tranvía o autobús.

2. Burggarten

Burggarten

Este inmenso jardín, situado detrás del Palacio Hofburg– opción B palaciega si aún os quedan ganas- es un parque público desde 1919. Es un auténtico placer pasear por él, entre las estatuas de Mozart o el emperador Francisco, tomar un café en el Palacio de cristal- antiguo invernadero reconvertido en restaurante- o visitar «la casa de las mariposas».

3. Biblioteca Nacional

Viena, biblioteca nacional

Uno de nuestros «imprescindibles» en Viena. Considerada, con razón, una de las más bonitas del mundo, la biblioteca de los Habsburgo se construyó en la primera mitad del S. XVIII. Su magnífico Hall de estilo barroco, la cúpula de 30 metros de altura, así como los frescos que relatan escenas militares son solo algunos de los motivos para visitarla. Además de los ejemplares de valor incalculable, a menudo se programan exposiciones temporales.

4. MuseumsQuartier

Museumsquartier Viena

Foto de: www.wien.info

Inevitablemente volvemos a la Viena de los Habsburgo pues estas antiguas caballerizas han sido reconvertidas en un espacio museístico único: el Leopold Museum (colección que aglutina sobre todo pintura vienesa del los S. XIX-XX), el MumoK ((arte vanguardista, pop art, fotorrealismo..), la Kuntshalle (exposiciones temporales) pero además otros museos dedicados a la arquitectura, a los niños e incluso a algo tan curioso como el tabaco.

Pero no os preocupéis, que no hace falta visitarlos todos. De hecho, lo mejor de este lugar es el ambiente joven y de vanguardia, las terrazas de los bares que hay en el espacio interior, las tumbonas de diseño o las tiendas de productos originales como los de objetos con materiales reciclados.

Además el MuseumsQuartier está junto a la famosa Mariahilfer Strasse, una de las calles comerciales más conocidas de Viena, así que siempre podréis aprovechar para hacer un poco de shopping.

5. Café Vienés

Café Vienes

Si por algo es famosa la capital austriaca es por sus Cafés: el Sacher, el Demel o el Café Central son algunos de los más conocidos y compiten entre ellos por la famosa tarta Sacher y otros dulces como el Apfelstrudel. Sin embargo, y sin quitar mérito a los cafés históricos de Viena, nosotros preferimos un auténtico café italiano como el que sirven en Zanoni & Zanoni, la heladería más famosa de la ciudad (muy cerca de la Catedral de San Esteban), donde también degustaréis la Sacher y una riquísima tarta de tiramisú.

¿ Ganas de más? Podéis añadir el palacio Belvedere, la Ópera, el Prater , o disfrutar de los espacios verdes como el Stadpark (por cierto, al lado mismo de nuestro hotel), el ambiente del Graben y la plaza de San Esteban… Disfrutar de los múltiples eventos tanto en invierno- el maravilloso mercado de Navidad- como en verano- con los barcos-bar sobre el Danubio o las playas urbanas- Y comer tantos dulces como os apetezcan… con moderación. Ya véis que sí, es posible visitar Viena sin sufrir un empacho.

 

Budapest, una perla en el Danubio

Parlamento de Budapest

Junto a Viena y Praga, Budapest completa uno de los recorridos centroeuropeos más amados por viajeros de todo el mundo. ¡Sigue leyendo para descubrir algunas curiosidades de la perla del Danubio!

Al contrario que otras capitales europeas, Budapest es una ciudad relativamente pequeña, agradable para pasear entre sus avenidas y zonas verdes. La capital húngara está dividida en dos partes separadas por el Danubio, Buda (Lo que podríamos definir centro histórico) y Pest. Para una escapada de 3 días, lo mejor es dedicar un día a Buda y el resto a Pest. Mencionamos algunos de los lugares más típicos de cada área:

En Buda encontraremos el imponente castillo de Buda, uno de los símbolos principales de la ciudad y antigua residencia real que en la actualidad alberga 3 museos: La galería nacional Húngara, el museo de historia de Budapest y la biblioteca Széchenyi. El castillo se sitúa en lo alto de una colina que se puede alcanzar mediante el funicular (870 Florines) o a pie (Preparaos para cuestas y escaleras infinitas). Cerca del castillo encontramos otros 2 puntos de interés: El Bastión de los Pescadores, un mirador de estilo neogótico desde donde se puede admirar Pest y sobre todo el Parlamento en su máximo esplendor. La Iglesia de Matías se encuentra el la misma zona y es la iglesia católica más famosa de Budapest. Todo el distrito del castillo está caracterizado por casas y edificios medievales y barrocas.

Y si Buda es una zona tranquila, Pest es todo lo contrario: Zona neurálgica de la ciudad, con cientos de calles y avenidas pobladas de negocios de todo tipo, puestos de street food y enormes parques donde los jóvenes se sientan a tomar una cerveza. Las dos avenidas principales de Pest son Andrássy (Que comunica en perfecta línea recta la plaza de los héroes y el parque de la ciudad con la plaza Erzsébet) y Váci utca.

Andrássy es el boulevard más famoso de Budapest. Una impresionante avenida de 4 carriles con un paseo peatonal entre ambos sentidos llena de edificios altos y tiendas de algunas de las mejores firmas. A lo largo de toda la calle se extiende la linea 1 del metro (La amarilla) y se llega bastante rápido de un extremo a otro. Ojo porque no hay un paso subterráneo para cambiar de sentido, tenéis que cruzar la calle y después bajar al andén. Si vamos caminando nos cruzaremos con el teatro de la Ópera

Váci Utca en cambio es una peatonal paralela al Danubio, llena de tiendas de souvenirs, bares, clubs, restaurantes y terrazas.  Probablemente los camareros y RRPP os asaltarán a la primera de cambio, aunque no suelen ser muy pesados (Al menos no tanto como en otras ciudades más turísticas). A destacar la cantidad de locales de masajes Tailandeses, que junto a la gran cantidad de luces y neones por un momento consiguen trasladarte a Bangkok.

Si eres de los que prefiere comprar unas cervezas en el supermercado y sentarte en algún parque en vez que ir de bares (Aunque los bares-ruina una visita bien la merezcan), entonces Déak Ferenc Tér es tu sitio. Cada noche cientos de jóvenes ocupan este parque para beber en compañía.

Otro lugar a destacar en Pest es el Barrio Judío con la Sinagoga, la segunda más grande del mundo después de la de Jerusalén. En mi opinión es una de las mejores zonas para picar algo, hay muchísimos restaurantes take-away y puestos de street food donde con poco dinero podrás comer hasta hartarte.

Por supuesto, cruzar el Puente de las Cadenas para pasar de Buda a Pest forma parte de la lista de imprescindibles, aunque el actual sea una reconstrucción del original construido en el año 1849.

Si os gustan los mercados, no podéis perderos el Mercado Central, que aunque en los últimos años se ha convertido en una verdadera «atracción turística», merece la pena. En la planta baja hay todo tipo de puestos de comida, carne, embutidos, quesos, especias (Sobre todo, paprika), chocolate… los precios no son los más bajos de la ciudad, pero al menos tendréis la certeza de encontrar de todo. En la planta de arriba hay varios puestos de souvenirs clásicos y puestos de comida donde puedes degustar especialidades húngaras compartiendo mesa con otros clientes.

Los dulces y la pastelería Húngara son de lo mejorcito que haya probado (Lo siento amigos franceses e italianos…) y prueba de ello son los impresionantes cafés como el Centrál Café o la pastelería Gerbaud, la más famosa de Hungría. Otro lugar destacable es el New York Café, que aunque con precios notablemente superiores a la media de Budapest, merece una visita solo por su interior. Pero no hace falta irse hasta estos locales para probar buenos dulces. Incluso en las estaciones de metro podemos encontrar puestos donde venden croissants y otra bollería deliciosa recién horneada a precios realmente bajos, como por ejemplo 2 croissants a 50 céntimos. El chocolate es otra de las pasiones de los húngaros, que se han especializado en la producción de éste. Chococo Csokoládérium, en Buda, es uno de esos sitios donde puedes encontrar cualquier tipo de chocolate que exista en el planeta tierra… blanco, negro, con leche, con frutos secos, con fruta deshidratada, aromatizado con licores… cualquier combinación que se te ocurra, la encontrarás allí.

Para los amantes de la naturaleza y el relax si con el parque de la ciudad no os llega, podéis echar una escapada a Isla Margarita, situada en el Danubio entre Buda y Pest. La isla, que tiene más de 2km de longitud, es el paraíso de los deportistas que practican jogging. Además hay varios jardines, un zoo y otros lugares de interés.

Y por supuesto, si hay algo por lo que sea famosa Budapest, son sus balnearios. Los más importantes: El de Gellert, Széchenyi y Rudas. Yo no tuve tiempo de relajarme durante mi viaje, por lo que ya tengo excusa para volver…

¿Y tú? ¿Todavía tienes excusas para NO ir? 😉

 

¿Tienes tiempo? Descubre las otras perlas del Danubio: Viena y Praga, ¡Combínalas en una visita!

 

 

París: Día 1

Este viaje empieza especialmente pronto… el despertador suena a las 6 de la mañana, después de haber dormido unas 4 horas como mucho. Empiezo a dar tumbos por la casa como un zombie y me preparo para salir. Me esperan casi 3 horas de viaje entre medios de transporte y transbordos para llegar hasta el aeropuerto de Marco Polo (Venecia). En nuestro primer día en París daremos una vuelta por el centro y visitaremos Little Tokyo.

Son las 9 cuando cojo el tren en Vicenza y calculando veo que me va a sobrar bastante tiempo. Decido ir hasta Venecia a coger el bus que me llevará al aeropuerto (No es necesario llegar hasta S. Lucía/Piazzale Roma para coger el Shuttle, ya que hay otra parada en Mestre, antes de llegar al centro de Venecia). Aprovecho para tomar el tercer café del día y me siento en las escaleras con mi vaso de cartón. La verdad es que desayunar con estas vistas no tiene precio.

Ahora si, voy a coger el Shuttle para ir al aeropuerto (Y yo aconsejo siempre coger el de la compañía ATVO, cuesta 8€ y es directo, tarda una media hora… ya que la alternativa es la línea de transporte público ACTV que atraviesa el centro y en hora punta puede ser un infierno). Ya por allí, me decido a pasar el control de seguridad, bastante lento… la verdad es que lo del aeropuerto de Venecia es bastante curioso, o llegas y está lleno o no hay nadie… no hay término medio. Aún tengo 1 hora hasta embarcar así que doy una vuelta por las tiendas de siempre y decido comprar un par de quesos de montaña para llevar a la familia. Me acerco a la cafetería y me como un trozo de pizza a precio de oro (5,20 €).

El embarque ha sido bastante rápido (Raro en Venecia… donde siempre es muy lento y los retrasos son habituales. Mención especial a la planta subterránea, diseñada muy mal y que se congestiona enseguida ya que es la zona de embarque de todas las compañías low-cost) así que me siento en mi sitio y cierro los ojos esperando poder dormir un poco. Esta vez subimos un escalón y volamos con Air France, a ver qué tal.

Pero ay amigos… que utopía. Me toca un vuelo con unas turbulencias horrorosas. De pequeña (No se cuantos años tendría pero la maleta era más grande que yo) hice un vuelo Valencia-Bilbao con turbulencias y desde entonces me entró fobia a volar. Pero como odio los viajes largos e intento siempre evitar coche o autobús… pues no me queda más remedio. He acabado acostumbrándome y ahora incluso cojo vuelos internos siempre que puedo. Además, el que haya aterrizado alguna vez en Bilbao o Santander sabrá que es una verdadera prueba de coraje para los que tienen miedo a volar… es como cuando tienes que saltar del trampolín y no te atreves, hasta que alguien te empuja.

Por cierto, estoy alucinando: Nos han dado un bocadillo en el avión, no cacahuetes o aceitunas, un ¡B-O-C-A-D-I-L-L-O! Será que casi siempre vuelo con compañías low-cost, pero esto no lo veía desde la época dorada de Iberia. Es de queso fresco (Tipo Philadelphia) y albahaca. Pero es que lo bueno no acaba ahí, 2 minutos más tarde pasan ofreciendo latas de coca-cola (De 150ml), cerveza, vasos de zumo, agua, café… Todo gratis. Si a los de Economy nos miman así, no quiero ni imaginar a los de Business. Así que punto para Air France, con todo esto ya se me ha olvidado el mal rato que pasé con las turbulencias.

Una hora y media tras nuestro despegue, aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle y hace un frío para morirse. Para hacer más interesante el viaje, cuando desembarco por el finger veo una cola larguísima. ¿Que hace toda esta gente parada en el pasillo? Bueno, pues cuando llego delante descubro que hay que pasar un ‘control de inmigración’… ¿Pero esto no pasaba sólo fuera de Europa? Tenemos que enseñar nuestros documentos de identidad, nos toman los datos y nos preguntan el motivo de nuestro viaje. Tras casi 40 minutos en esa cola infernal me dirijo a la estación del RER B que me llevará al centro de París (10€ y 30 minutos de viaje).

Son casi las 4 cuando llego a la Gare Du Nord, me encuentro con mis padres que han llegado a primera hora de la mañana y nos dirigimos al hotel. Nos alojamos en el Ibis Opera Lafayette, habitación triple.

Después de dejar nuestras cosas y hacer intercambio de víveres (Qué duro es vivir en un sitio donde el lomo embuchado y el pimentón picante no existen…) nos preparamos para salir. Tenemos la tarde de hoy para ir donde queramos. Días atrás me preguntaba qué podíamos hacer, sin caer en la ‘banalidad’ de ir a ver lo de siempre… hasta que buscando por internet encontré un blog que hablaba del ‘barrio’ japonés de París. Sin dudarlo dos veces decidí que tenía que ir allí. Los que me conocen saben que soy amante de Japón (He aprendido un poco de Japonés por mi cuenta, me gusta el manga, anime, videojuegos, la gastronomía y la cultura tradicional japonesa, además de haber practicado Kendo durante algún tiempo) por lo que esta visita era imprescindible para mi.

Little Tokyo se encuentra cerca de la zona de Opera, y sus calles más famosas son Rue Saint-Anne y Rue des Petit Champs. Tiendas de decoración, librerías, restaurantes o agencias de viajes son sólo algunos de los establecimientos que se pueden encontrar en esta pequeña ciudad nipona. La primera parada es en el ACE Mart, un supermercado de especialidades orientales. Como no podía ser de otra manera aproveché para comprar cosas que donde yo vivo serían imposibles de encontrar. Más adelante encontré también el K-Mart, aún más grande que el anterior (Y sobre el que también había leído… pero en cuanto me encontré delante del ACE el ansia me pudo y tuve que entrar y comprar xD).

ACE-mart

Ace Mart, supermercado de especialidades japonesas y coreanas

He aquí algunas de mis adquisiciones:

  • Panko: Pan rallado de gamba japonés, se utiliza para rebozados
  • Udon de pescado picante
  • Wasabi
  • Pastillas de Curry picante
  • Mochis de judías rojas

En la foto no se ven pero también compré unos Dorayakis (Esos pastelitos que comen siempre en los animes). A pesar de ser sábado encontré algunas tiendas a las que me habría gustado entrar cerradas, una pena… Había una tienda donde vendían yukatas, tabis y cajitas muy monas de Bento.

Proseguimos nuestro camino entre restaurantes de todo tipo: De Ramen, de Udon, de Sushi, de todo un poco… lo mejor es que son restaurantes auténticos, con staff japonés y menús con varios platos que no se encuentran tan fácilmente fuera de Japón (Y no como en España e Italia donde la mayoría de los restaurantes japoneses son gestionados por chinos…). La gama es muy amplia y los precios en general están algo por debajo de la media de la capital francesa, aunque hay de todo. Después de dar varias vueltas decidimos ir al restaurante Sushi Gan, ya que mi padre no es gran amante de las sopas y el sushi y allí podía comer yakitoris y tempura.

La comida estaba verdaderamente exquisita, pedimos varios tipos de sushi (hosomakis, uramakis y takos), sashimi de atún que se deshacía en la boca, ensalada de algas, gyoza, tempura y yakitori de pollo. Casi se me olvida sacar las fotos del hambre que tenía.

Pagamos 45€ en total (Con bebidas, servicio e IVA inc.) así que como veis no es nada caro. También había varios menús con precios desde los 10€ hasta 35€.

Para completar la cena nos acercamos hasta AKI, una pastelería y cafetería típica japonesa (Con varias especialidades de cocina fusion franco-nipona). Visita muy recomendada, pedimos 2 tazas de té verde, un café y un pastel de matcha de té que estaba delicioso al que habían apodado ‘Kabuki’. El té no tiene nada que ver con el que podemos encontrar en el supermercado, estaba buenísimo y nos ayudó a pasar el frío. Creo que pagamos sobre los 11€ por todo. Además conseguí chapurrear dos frases en japonés y me entendieron, todo un logro.

Té verde y pastel 'Kabuki' en AKI Boulangerie

Té verde y pastel ‘Kabuki’ en AKI Boulangerie

Y con esto concluimos nuestra tarde en Little Tokyo. Una pena que algunas tiendas estuvieran cerradas, porque me apetecía entrar en una librería especializada en literatura japonesa… Os dejamos con una selección de nuestras fotos favoritas del barrio japonés:

Little Tokyo

 

 

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Little Tokyo

 

Little Tokyo

 

Little Tokyo

 

Hasta aquí nuestro primer día en DreamingParís. Si quieres ver como continuó nuestro fin de semana, te lo contamos en este otro post.