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72 horas en Tierra Santa

La visita express a la ciudad de Jerusalén marcó el final de de nuestro viaje de 11 días a Jordania e Israel. A decir verdad, son pocos los lugares a los que no volvería (Siempre digo que todo el mundo merece una segunda oportunidad), y sin embargo Jerusalén encabeza por el momento mi lista negra. No me malinterpretéis, la ciudad a nivel histórico y artístico es impresionante… sin embargo, creo que las altas expectativas que teníamos, sumado al cambio drástico que supuso llegar desde Jordania (Porque creedme, son dos países totalmente opuestos a pesar de ser vecinos…) y unas cuantas situaciones desagradables que vivimos, hicieron que el final del viaje fuera un tanto agridulce. A continuación os contamos que ver en Jerusalén y cómo lo vivimos desde un punto de vista más personal.

que ver en Jerusalén

DIA 1 EN JERUSALÉN

Nos organizamos para cruzar la frontera de Allenby temprano por la mañana, con el objetivo de evitar las largas horas de espera que sufrimos a la ida. Como siempre, en cuanto entramos en tierras israelíes empezamos a notar cierta hostilidad, el personal de la frontera era bastante más seco que el del lado jordano y no ponían mucho de su parte cuando de ayudar se trataba. Una vez finalizados los infinitos trámites y controles, nos dispusimos a buscar los sheruts que nos llevarían hasta Jerusalén. Compramos nuestro billete y después de esperar un rato por fin pudimos subir a los minibuses.

Aproximadamente 40 minutos después, llegamos a Damascus Gate, una de las entradas más famosas de la ciudad santa. Decidimos tomar el tranvía de la línea 1 para ir hasta el hostal ya que hacía calor e íbamos cargados con bastante equipaje.

Llegamos al Abraham Hostel, recomendado en bastantes foros y blogs. A decir verdad lo escogimos porque el resto se nos salía de presupuesto, para que mentir. El alojamiento en Jerusalén es caro no, carísimo… es evidente que el turismo masivo sube los precios. Y creedme, Jerusalén es una ciudad hiper-mega-turística (justo lo que a mi me gusta, nótese la ironía). Incluso este hostal se nos salía de los límites que teníamos establecidos, en Jordania por este precio (40€ por noche) teníamos unos alojamientos excelentes con baño privado y aquí tuvimos que conformarnos con dormir en el «corral» con otras 12 personas.

No podíamos hacer check-in hasta unas horas después, así que tuvimos que dejar el equipaje en una taquilla y lanzarnos a la aventura. Teníamos hambre y no pudimos evitar acercarnos a uno de los puntos más famosos de la ciudad: El mercado de Mahane Yehuda.

¿Las rebajas de El Corte Inglés? ¿Los americanos locos peleándose por una TV en pleno Black Friday? Aficionados. Creo que no he visto tanta gente en mi vida. El problema es que llegaba a ser agobiante, el calor, los empujones… inevitablemente me vino a la mente una de esas tragedias de avalanchas humanas y pensé «Si salgo viva de aquí me hago creyente, je je…». Obviamente ni pudimos sentarnos en ningún puesto a comer algo, tuvimos que comerlo por el camino. Hubo algo que no me gustó y es que vimos unos frutos secos que no estábamos seguros de lo que eran (Parecían unas nueces con caramelo por fuera), le preguntamos al vendedor si podía darnos una para probar (Y si nos gustaban, comprar más) y nos echó insultándonos y haciendo aspavientos. Mira que las comparaciones son odiosas, pero en Jordania ya nos habrían dado a probar medio puesto. Decidimos intentar no darle mucha importancia pero a mi ya se me había torcido la antena para el lado malo.

Con el estómago lleno decidimos caminar hacia la puerta de Damasco para coger un autobús en dirección al Monte de los olivos e ir visitando varios puntos de interés mientras descendíamos a pie. La verdad es que fue un poco caótico ya que en google maps todo parece plano, pero hay unos desniveles curiosos y no sabíamos como hacer la ruta para evitar demasiado el sube-baja (De hecho, nos saltamos bastantes sitios porque tras ver 4 iglesias seguidas estábamos bastante saturados).

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Que ver en Jerusalén: Cementerio Judío en el Monte de los olivos

Nuestra primera parada fue la iglesia rusa, que no teníamos planeado visitar y a la que llegamos por error pensando que era otro lugar. Lo más bonito y destacable sin duda son los jardines, extremadamente bien cuidados. La iglesia en si no era muy grande, tenía varias piezas de arte religioso ortodoxo en los clásicos  dorados y pinturas en colores vivos.

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Que ver en Jerusalén: Iglesia Rusa

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Desde allí empezamos a bajar hacia la ciudad vieja pasando por el cementerio judío. Impresiona ver toda esa cantidad de tumbas todas alineadas con apenas diferencias entre unas y otras y llenas de piedras por encima (Los judíos ponen piedras en lugar de flores porque las piedras representan la eternidad, todo lo contrario a las flores que tienen una vida más bien corta).

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De camino a nuestra siguiente parada nos topamos con la tumba de Zacarías, en la cual no hay absolutamente nada. De hecho apenas está señalizada, nosotros vimos un grupo guiado y decidimos seguirlos para ver dónde iban. Después de bajar unas escaleras llegas a una cueva en la que, repito, no hay nada expuesto ni nada destacable. Hay que pagar para que te den una vela (Porque se ve que esta gente no cree en el poder de las linternas de los móviles), por lo que decidimos abandonar el lugar y seguir nuestro camino.

Seguimos bajando hasta toparnos con la iglesia de María Magdalena, un increíble templo ortodoxo con unas cúpulas en forma de cebolla (no os riáis, que se les suele llamar así) de color dorado que pueden verse desde kilómetros. Esta iglesia es bastante «problemática» con el horario de visitas, limitado a los Martes y Jueves de 10.00 a 12.00 de la mañana. Era viernes así que ya sabíamos que no iba a ser posible visitarla, pero dio la casualidad de que llegamos y la puerta estaba abierta. Vimos a gente entrar y pensamos «¿Por qué no íbamos a poder entrar nosotros?». Error, nada más acercar la nariz a la puerta salió una señora gritándonos como loca (Por su tono de voz, deduzco que seguramente, también nos estaba insultando) y aporreando el cartel del horario como queriendo decir: «¿¡ES QUE NO SABÉIS LEER!?». Vaya, que un «Sorry, It’s closed» nos habría sentado mejor, tampoco veo la necesidad de montar todo ese drama.

Proseguimos nuestro camino, intentando no matarnos, ya que el camino es extrañamente liso y empinado y no dejábamos de resbalar. Os aconsejo que llevéis calzado que no tenga la suela desgastada si queréis salir ilesos. Y llegamos por fin al huerto de Getsemaní, lugar donde supuestamente prendieron y arrestaron a Jesús. Y oye, debo decir una vez más que el entorno, los árboles, las flores… estaban extremadamente cuidados. Justo al lado se encuentra la iglesia de las naciones, en cuyo interior se encuentra la porción de piedra donde, según cuentan, rezó Jesus la noche en que fue arrestado. Lo curioso de esta basílica es que donde está levantada ya hubo dos templos anteriormente: una basílica bizantina y una capilla cruzada. La construcción es reciente, de entre los años 1919 y 1924.  Tuvimos suerte de que no había mucha gente y pudimos descansar al fresco, ya que el calor apretaba.

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Que ver en Jerusalén: Huerto de los Olivos

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Que ver en Jerusalén: Iglesia de las Naciones

Recuperado el aliento nos dirigimos a la ciudad vieja por la Puerta de los Leones. Se notaba bastante el cansancio, así que decidimos tomárnoslo con calma. Era la hora del comienzo del Shabbat y que mejor momento para acercarnos al Muro de los lamentos.

Avanzados unos metros, empezamos a ver varios furgones policiales y un montón de patrullas armadas. En un lapso de menos de 3 minutos cortaron la calle que daba acceso a la explanada de las mezquitas. La tensión era palpable.

Esto nos obligó a desviarnos y sumergirnos de lleno en el barrio Musulmán. El paseo fue toda una delicia sin duda alguna, donde los vendedores nos animaban amigablemente a probar todo tipo de dulces y especias, las tiendas de pañuelos y souvenirs se disponían una tras otra (no vamos a mentiros, en este aspecto Jerusalem daba un aspecto de parque temático horroroso). Los puestos de venta de falafel, shawarmas y delicias varias nos convencieron de volver más tarde para llenar el estómago.

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Y llegamos por fin al Muro de las Lamentaciones. Por supuesto para entrar, control de seguridad al canto. Aquello estaba abarrotado de gente, todos perfectamente uniformados al unísono hasta el punto de parecer un ejército.

Actualmente el Muro está dividido en dos partes: Los hombres a la izquierda, y las mujeres en una zona notablemente más pequeña a la derecha. En teoría, están construyendo una zona mixta, o eso leí cuando preparaba la visita.

Para entrar no hace falta cubrirse la cabeza (Los hombres si que deben llevar kipá, pero en las mujeres no es necesario el velo) pero sí que pueden pararte si te ven con pintas “sospechosas”. Y es que los musulmanes tienen prohibido el acceso al Muro, y si Niko de por si ya es moreno, imaginaros después de haber pasado 9 días tostándose bajo el sol Jordano… no es la primera vez que me preguntan si tiene raíces árabes.

Apenas dio dos pasos, el guardia de seguridad le puso la mano en el hombro y mirándolo fijamente le preguntó: ¿What is your religion? Niko debió ponerse tan nervioso que su respuesta fue “Bulgaria”. A lo que el guardia le preguntó ¿Ortodox? Y el: Yes, yes… yo desde unos metros no daba crédito a la vez que me partía de la risa. Ambos entramos en nuestras respectivas zonas. Al contrario de lo que mucha gente relata, de experiencias espirituales varias, os puedo asegurar que no pude sentir más indiferencia estando allí… llamadme ignorante o lo que queráis, pero es que soy la persona menos religiosa que os podáis imaginar. Solo pude pensar en el conflicto entre árabes e israelíes y en cómo habíamos llegado a esta situación mientras el resto del mundo daba la espalda.

Terminada la visita nos fuimos corriendo a los puestos que habíamos visto anteriormente y degustamos unos riquísimos bocadillos de pollo con hummus y verduras. Además de ser bastante económicos para lo costoso que es Jerusalén, eran buenas raciones. Decidimos que era un buen momento para retirarnos al hostal, así que salimos por la puerta de Jaffa para caminar calle arriba, ya que durante el shabbat se paraliza absolutamente TODO. Tiendas, transporte público… todo parado. Verdaderamente daba una sensación de ciudad fantasma bastante incómoda.

Ya en el Abraham Hostel conseguimos refrescarnos y descansar. Subimos a la azotea, uno de los pocos puntos positivos para este alojamiento.

 

DIA 2 EN JERUSALÉN

Nos despertamos bastante pronto ya que alguien en nuestra habitación pensó que era buena idea dejar las ventanas abiertas por la noche. Nos preparamos y subimos a desayunar. Aquí vino otra de las grandísimas decepciones de este hostal. El desayuno tenía poquísima variedad, y ya que estoy pagando un precio bastante superior al de otros hostales, esperaba al menos poder desayunar decentemente… pero ni eso. Se notaba que la mayoría de la comida no era casera (en Jordania todos los alojamientos nos preparaban el desayuno casi al momento y con una variedad increíble), así que me resigné a comer dos trozos de pan con mermelada. Ni siquiera pude terminarme el zumo ni el café de lo horribles que eran.

Intenté olvidar esta experiencia lo más rápidamente posible y pusimos rumbo a la ciudad vieja de nuevo, pensando en comer algo cuando llegáramos al centro.

Entramos por la puerta de Jaffa e inmediatamente giramos a la derecha para visitar El Barrio armenio. Nos topamos con la Catedral De Santiago, que por desgracia estaba cerrada, aunque al menos pudimos ver algunos iconos y pinturas del exterior. La verdad es que fue todo un gustazo pasear por aquellas calles casi desiertas, por algún motivo que no logro entender apenas había turistas en aquella parte de la ciudad.

Que ver en Jerusalén: Catedral del Patriarcado Armenio

Siguiendo la calle del patriarcado armenio, llegamos a un gran aparcamiento que marca el inicio del barrio judío. Decidimos investigar metiéndonos por un callejón, atraídos por el olor de pan recién hecho. Y efectivamente, pocos metros más adelante, encontramos una panadería donde decidimos comprar unos exquisitos panes para ir llenando el estómago.

barrio judio jerusalen

Barrio Judío en Jerusalén

Nos topamos con el Cardo, las ruinas de una gran calle columnada, lugar de tránsito diario desde hace más de xxxx años donde se desarrollaba la mayoría del comercio de la ciudad.

Que ver en Jerusalén: El Cardo

Serían cerca de las 12 del mediodía y y la plaza de Ha-Khurva estaba bastante animada. Paramos delante de la sinagoga para verla desde fuera y aprovechamos para ver también la menorah de oro, lo único que se salvó cuando el emperador Tito ordenó destruir el antiguo templo. Aún así, el expuesto es una réplica.

Volvimos a pasar por delante del muro, que estaba aún más abarrotado que la noche anterior. Aprovechamos para ver el “pequeño muro”, ubicado en una zona techada, y así reponer fuerzas.

Después nos dirigimos de nuevo al barrio musulmán buscando un lugar donde llenar el estómago. Estábamos extremadamente hambrientos, pero todo era carísimo, habíamos descartado sentarnos a comer en los restaurantes y decidimos ir a lo barato y buscar unos shawarmas o algo por el estilo.

Llevábamos un rato dando vueltas como pollos sin cabeza, la verdad es que las calles de Jerusalén son una locura de laberinto e ir sin un mapa detallado es casi garantía de perderse. Hasta que encontramos un sitio donde podemos afirmar que comimos uno de los bocadillos de falafel más increíbles de nuestras vidas.

Este diminuto local en cuestión no tiene nombre y tampoco está señalado en en mapa. Sin embargo encontrarlo no es difícil: sólo tenéis que entrar por la puerta de Damasco y andar hasta que lleguéis a una intersección de 3 calles. En medio, veréis unas ventanas y puertas de madera pintadas de color verde. Tienen también shawarma de carne, sin embargo nosotros elegimos el Sándwich de falafel, con patatas y salsa picante casera. Era tan distinto de otros bocadillos que habíamos probado y nos gustó tanto que repetimos al día siguiente, los pedimos para llevar y comerlos en el avión.

Con las baterías recargadas nos dirigimos al barrio Cristiano. Aquí fue donde pude confirmar sin lugar a dudas, que Jerusalén es el Disneyland de la religión, no había espacio para un solo comercio más: crucifijos de madera, oro, rosarios, hasta imanes con la cara de Jesús… 🙄 gracioso cuando la religión Cristiana precisamente predica deshacerse de todo bien material innecesario, ahora, con tal de llenarse los bolsillos lo interpretan como les convenga. Hipocresía en estado puro es lo que se respira en esta ciudad, pero sobre todo, en este barrio.

Gente disfrazada de Jesucristo haciendo el Via Crucis, cargando una cruz de vete tú a saber cuantos kilos a 40 grados bajo el sol. Y yo pensaba que era friki, pero después de ver esto, estoy empezando a considerarme bastante normal.

Que ver en Jerusalén: Iglesia del Santo Sepulcro

Respiré hondo y me preparé mentalmente para visitar la iglesia del Santo Sepulcro. Aquello estaba más abarrotado que las rebajas del corte inglés. Nada más entrar, un tapón de gente desesperada por tocar la famosa Piedra de la Unción… de verdad que os digo que aquí en fanatismo tocaba su punto álgido, había gente literalmente abrazando la piedra que no quería irse, otros iban acompañados de sus bolsas de souvenirs para bendecirlos uno por uno… inaudito. Quizá si hubiera llevado el cupon del euromillones ahora mismo estaría escribiendo este artículo tumbada en alguna Playa de las Bahamas.

santo sepulcro jerusalen

La cantidad de gente dentro de la basílica era bastante agobiante y los gritos en distintos idiomas de los tipos guiados retumbaban hasta casi perforar los oídos. Dimos una vuelta rápida para ver la distintas capillas, pero ni por asomo se nos ocurrió hacer las dos horas de cola para ver la tumba de Jesús. Por si a alguien le interesa: hay que ir tapado, solo se puede entrar de tres en tres y no se puede permanecer más de escasos segundos. Nuestro tiempo era demasiado precioso como para perderlo haciendo cola así que simplemente nos retiramos de allí.

Habíamos leído por blogs que había una zona donde se podía caminar por los tejados de Jerusalén, y allí que fuimos a buscarlos. En el cruce de St. Mark’s St. y Habad St. encontramos las escaleras que llevaban al cielo en la tierra. Lo curioso de esta ruta por los tejados, es que se construyó a modo de atajo para evitar el bullicio de las calles, zocos y pasadizos. De hecho, no es raro ver a locales deambulando por los tejados, pues ellos son los que mejor conocen estos caminos.

Que ver en Jerusalén: Tejados de la ciudad

No conseguimos encontrar el monasterio etíope, a pesar de que preguntamos a varias personas… nadie supo indicarnos.

Volvimos a dar otro paseo por el barrio musulmán, y de nuevo presenciamos uno de esos actos que me hicieron repugnar la ciudad: una pareja árabe con un carrito de bebé intentando bajar por unas escaleras de piedra llenas de socavones, y un grupo de judíos chulescos que salían del muro cortándoles el paso y riéndose de ellos. Escasos minutos más tarde, un judío que se dirigía al muro, escupiendo en el puesto de un vendedor árabe.

Todo esto me hizo pensar en la típica situación en la que te hacen bullying en el colegio y por venganza te vuelves uno de esos acosadores.

Estábamos agotados, y decidimos que lo mejor sería retirarnos al hostal a descansar. Compramos unos souvenirs para la familia y salimos por la puerta de Jaffa. El shabbat llegaba a su fin y las tiendas por fin abrían.

 

Dia 3 en Jerusalén

Nuestra estancia en la ciudad Santa llegaba a su fin, pero antes de irnos teníamos un último lugar que visitar: La explanada de las mezquitas. Tuvimos la suerte de poder cuadrar nuestro viaje con uno de los días de apertura, ya que solo es posible acceder a la explanada de domingo a jueves en un horario muy limitado. Nos tocó madrugar para llegar allí antes de las 9 de la mañana. Desayunamos unos dulces que compramos por el camino y nos dirigimos de nuevo al Muro. Da igual el día, la hora… siempre está abarrotado.

Hay dos entradas a la explanada de las mezquitas: Una está situada al final de un pequeño zoco cubierto en El Barrio musulman, Y la otra (por donde deben acceder  los turistas), a la derecha del muro de los lamentos, en una pasarela elevada.

Como siempre tuvimos que pasar un control de seguridad, pasando las mochilas por Rx.

Que ver en Jerusalén: Muro de las lamentaciones

Resulta curioso que una de las mejores vistas Del muro sea desde aquí. Cuando por fin nos dejaron pasar, tuve la confirmación de que todo lo que habíamos visto y vivido estos días atrás, había merecido la pena. Estábamos en uno de los sitios más impresionantes del mundo, ante la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.

A la entrada de la explanada os darán unas faldas o chaquetas por si no vais vestidos adecuadamente (nada de manga corta/tirantes, pantalones cortos, leggings pegados…), aunque nosotros os recomendamos que vayáis ya preparados.

Resulta increíble observar los detalles de sus azulejos azules, que se ven incluso desde el Monte de los olivos, la cúpula dorada que reflejaba el sol, las mezquitas hermanas más pequeñas… pequeños jardines, fuentes, todo extremadamente cuidado. El tercer lugar más santo del Islam después de la Meca y Medina nos tenía absolutamente maravillados, y la vez aterrorizados al pensar en la opresión que los musulmanes sufren por parte de los israelíes, negando la entrada de palestinos a la explanada y dejando que grupos de radicales judíos campen a sus anchas, todo ello por supuesto alentado por el gobierno y el ejército.

Que ver en Jerusalén: Mezquita de Al-Aqsa

El interior de la mezquita no se puede visitar, pero desde luego nos bastó con el exterior para irnos de allí satisfechos.

Que ver en Jerusalén: Cúpula de la Roca

Ya de vuelta en el hostal para recoger nuestro equipaje, coincidimos con una señora de Miami que hablaba en perfecto Español y nos contó que todos los años se reunía en Jerusalén con parte de su familia que vivía en Europa. Que había “algo” en la ciudad que le impulsaba a peregrinar cada año.

Eso me hizo preguntarme si quizá soy yo la que no tiene sangre en el cuerpo, porque en las 72 horas que estuvimos en la ciudad Santa, no conseguí advertir otra cosa que no fuera rabia, hipocresía y aversión. Como decía el profesor Robert Langdom en «Ángeles y demonios», definitivamente la Fe es un don que no me ha sido concedido.

No todos los lugares que visitamos pueden ser perfectos. Siempre hago un balance de lo bueno y lo malo donde generalmente sale ganando el primero, sin embargo en este caso no fue así.  Desgraciadamente Jerusalén encabeza mi (corta) lista de lugares donde no volvería,  porque siempre tiene que haber una oveja negra entre otras miles de colores.

 

 

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Cómo cruzar la frontera entre Israel y Jordania

Como ya sabéis, este verano estuvimos disfrutando de un viaje por Jordania e Israel. Los billetes de avión de España a Ammán eran demasiado caros y al final decidimos volar con Air Europa a Tel Aviv, aprovechando para pasar también un par de días en Jerusalén. Ambos países tienen sus fronteras terrestres abiertas, pero que estén abiertas no significa que pasar de un país a otro sea sencillo. Sin embargo, es posible hacerlo por libre sin tener que contratar ninguna excursión. Por ello en este post os explicamos cómo cruzar de Israel a Jordania y viceversa en caso de que os entre el gusanillo de aventura como nos pasó a nosotros.
Hay tres fronteras abiertas que nos permiten cruzar de Israel a Jordania:

 

  • Sheik Hussein Border: esta frontera se sitúa al norte del país, a la altura del lago Tiberias y cerca de Irbid, Ajlun y Jerash. Es posible tramitar el visado On arrival. Hay que pagar una tasa de salida de Israel de unos 20€ además del visado jordano que son unos 40€ (A menos que vayáis con Jordan Pass, como era nuestro caso).
  • Wadi araba/Itzhak Rabin border: esta frontera comunica las localidades costeras de Eliat y Aqaba. Es la única frontera que está exenta de tasas de visado, siempre que os quedéis más de 1 noche en el país. Y si, obviamente hay que demostrarlo con reservas de hotel o similar, no intentéis falsearlo con reservas de cancelación gratuita porque si volvéis antes del plazo mínimo os tocará pagar. Es el paso más liviano de los 3 y en el que menos trabas suelen poner.
  • Allenby bridge: este cruce no es una frontera como tal y por lo tanto no está reconocida por muchas embajadas y consulados. Es la frontera que comunica Palestina con Jordania y la más cercana a Ammán. Los ciudadanos Israelís tienen terminantemente prohibida la entrada y dada la situación entre Israel y los Territorios Palestinos, el ambiente suele estar bastante tenso en este paso fronterizo, además de ser la más lenta y en la que más trabas suelen poner. De hecho, cuando las cosas se ponen tensas, suelen cerrar la frontera sin previo aviso. Oficialmente no se expiden visados en esta frontera, pero como dije anteriormente, al no estar reconocida por embajadas ni países, las fuentes de información oficiales no son para nada fiables. Hay una forma de conseguir el visado on arrival y es comprando con antelación el Jordan Pass. Esto es un requisito IMPRESCINDIBLE si no queréis quedaros tirados en medio de la nada y que os denieguen la entrada a Jordania, y la frontera más próxima está a unas dos horas conduciendo de Allenby.
En ninguna de las tres es posible cruzar con tu propio vehículo, por lo que si vas con coche de alquiler, te tocará dejarlo aparcado en la frontera hasta que vuelvas (En caso de que vayas a pasar un par de días o a hacer alguna excursión. Mucha gente se echa una escapada para conocer Petra o Jerusalén, respectivamente, desde el país vecino). Nosotros escogimos Allenby bridge para cruzar de Israel a Jordania y vamos a ser sinceros: fue un infierno, aunque siempre puede ir peor. Si tuviera que definir el ambiente con una palabra, esta sería HOSTILIDAD. Sabíamos de antemano a lo que nos arriesgábamos por experiencias de otros compañeros bloggers, pero la verdad es que pensamos que quizá tendríamos suerte. ¡Ja! Ilusos que fuimos. A continuación os contamos el proceso de cruzar de Israel a Jordania y viceversa por la frontera Palestina.

 

De Israel a Jordania

 

Llegamos a Allenby en taxi desde Jerusalén (46€ de atraco a mano armada). Para acceder a la frontera hay que pasar un primer control en el que hay que enseñar el pasaporte, suelen abrir el maletero para mirar las maletas y debajo del coche con un espejo. No suelen tardar mucho y es raro que os hagan preguntas.
Al llegar hay que dirigirse a la terminal de salidas y hacer una cola (pasaportes palestinos por un lado y pasaportes turísticos por otro) para enseñar el pasaporte y el visado (a nosotros nos lo dieron en el aeropuerto de Ben Gurion). Ojo, si lleváis equipaje tipo maletas con ruedas grandes, os tocará ir a otra cola distinta, y os harán pagar tasas extra. Nosotros fuimos con dos mochilas de 50 y 30 litros y otra mochila pequeña con las cámaras, ordenador etc y ningún problema. Si no os detienen en este paso con algún interrogatorio absurdo («¿Dónde vas?» Pues hombre, ¿Tú qué crees? Esta frontera es de sentido único…) podéis proceder a pasar por caja para pagar la tasa de salida de Israel, que asciende a nada menos que 40€. Y digo yo… aquí los Israelís arriman el morro para lo que les interesa, si la frontera está en Palestina, ¿Que pinta Israel recaudando? En fin, me parece un abuso hacia los ciudadanos palestinos sobre todo. Por no hablar del deplorable trato que sufrían por parte de los aduaneros, que no hacían más que gritarles enfadados…
Después de pagar la tasa te dan un recibo y una tarjeta de permiso de salida: guardad ambos papeles como oro en paño porque hay que presentarlos para salir a la zona de los autobuses.
Siguiente cola para presentar los resguardos arriba citados, aunque por suerte esta suele ir algo más rápido. Una vez superado este obstáculo, toca ir a buscar los autobuses que recorren la carretera militar entre Israel y Jordania. Los que llevan equipaje facturado (maletas grandes sobre todo) tienen que ir a las últimas marquesinas (según sales, de frente) y el resto a la izquierda.
Vais a ver muchos autobuses, yendo y viniendo constantemente ¿Y sabéis lo peor de todo? Que los turistas no podemos cogerlos, porque están reservados exclusivamente para ciudadanos palestinos. Nosotros intentamos subir a uno porque preguntamos en la cola y unos chicos nos dijeron que no habría problema, pero luego el conductor no nos dejó subir. Hay que esperar a los autobuses de JETT, y esto fue un gran problema para nosotros. Preguntamos a uno de los conductores en cuanto tiempo vendría el autobús jordano y nos dijo que 5 minutos. 5 minutos que se convirtieron en 10, 20, 30… hasta que tras 1 hora de espera decidimos ir a quejarnos dentro de la aduana, ya que íbamos preguntando a varios trabajadores que estaban fuera y ninguno nos quería atender ni ayudar. Mi compañero de viaje, Niko, fue a quejarse a uno de los conductores palestinos y le dijo que accedía a llevarnos, pero solo a 1 de nosotros y sin las mochilas (¿¿??). Es que de verdad que era tan surrealista todo que yo no sabía si reír o llorar.
Al final volvimos a entrar a la terminal y por fin encontramos a un hombre que medio hablaba inglés y nos explicó por qué no había autobuses: resulta que había mucha gente cruzando de Palestina a Jordania pero no a la inversa, por lo que había que esperar a que nos juntáramos más turistas y llamar al autobús para que viniera a recogernos. Tuvimos que esperar una hora más hasta que vino y todavía otros 30 minutos a que arrancara. Suerte que teníamos unos frutos secos para paliar el hambre…
El trayecto entre ambas fronteras dura unos 15 minutos y puede alargarse si os paran en algún checkpoint. A nosotros nos pararon en uno, pero como íbamos poca gente la cosa fue relativamente rápido.
Al llegar al lado jordano, un agente de aduanas sube al autobús y se lleva todos los pasaportes. Además hay que pagar una tasa de 3€ por persona en concepto de billete, lo bueno es que te aceptan de todo: Shekels, dinares, euros, dolares… Money is money my friend.
Lo siguiente es pasar a la terminal de llegadas, donde hay que pasar el equipaje por una cinta de rayos e ir a hacer cola a las ventanillas.
Los agentes van llamando a los viajeros en orden aleatorio, y es ahí cuando hay que presentar el Jordan Pass para que os hagan todo el trámite de entrada al país y os devuelvan el pasaporte. Desde que pusimos pie en suelo jordano la hospitalidad de su gente nos abrumó: los agentes eran súper simpáticos, en cuanto veían que éramos de España enseguida empezaban a hacer bromas sobre Madrid-Barça e incluso nos ofrecieron un té para amenizar la espera. Recalcar que no os sellan el pasaporte, pero ponen una pegatina que si se escanea evidencia que habéis entrado a Jordania por Allenby. Recomendamos quitarla con cuidado una vez que termine el viaje para no tener problemas en el futuro si planeáis viajar a otros países árabes.
En total empleamos casi 4 horas en cruzar la frontera, llegamos a Allenby a las 17.30 y salimos del lado jordano pasadas las 9. Si vais pronto por la mañana quizá tengais suerte y se os agilice un poco el tema de los autobuses.

 

De Jordania a Israel

 

Llegamos a la frontera sobre las 9 de la mañana tras entregar el coche en una de las muchas oficinas de alquiler que hay a la salida. Entramos a la terminal de salidas y lo primero fue pasar nuestras mochilas por la máquina de rayos. Después hay que hacer cola en las ventanillas para entregar el pasaporte y abonar una tasa de salida de 10JD. Nosotros tuvimos suerte de que había bastantes turistas y se hizo grupo rápido para cruzar.
Cuando un autobús esté listo un agente irá, recogerá los pasaportes y os guiará hasta el bus. En el autobús pasará el chófer a recaudar: 5JD por persona en concepto de billete y 2,50JD extra si llevas equipaje facturado en el maletero. Nosotros estuvimos espabilados y subimos las mochilas con nosotros. Después os devolverán los pasaportes con un resguardo dentro que hay que guardar para cuando lleguéis a la parte Israelí.
El autobús arrancó sin tardar, pasamos varios checkpoints (Unos 3 si no recuerdo mal) donde nos pararon y llegamos al lado israelí tras unos 25 minutos.
Lo primero es dejar los equipajes en una cinta para que sean examinados, mientras nosotros vamos a la cola para enseñar el pasaporte. Lo normal es que os hagan algunas preguntas raras por ejemplo sobre vuestra relación (si viajáis en pareja), el nombre de alguno de vuestros familiares o en qué trabajáis, además de cuantos días pensáis quedaros en Israel y qué vais a visitar. Son controles rutinarios y no hay por que ponerse nervioso, pero es inevitable sentir que hasta que se demuestre lo contrario, eres un sospechoso en potencia. Intentad estar tranquilos y responded sin dar excesivos detalles, simplemente SI o NO, cuantos más detalles deis más os acosarán a preguntas y más tiempo os pueden retener para verificar la información. Este paso es crucial porque si notan algo raro o ven algo que no les guste en vuestro pasaporte pueden interrogaros y confiscaros el pasaporte durante horas. Especial atención si lleváis sellos de países árabes como Turquía, Marruecos, Líbano, Siria… porque os pueden dar mucho la lata. Si podéis, haceros un pasaporte limpio.
Después se recoge el equipaje y toca hacer la cola para obtener el visado. Este paso fue bastante rápido para nosotros la verdad y no nos hicieron ninguna pregunta. Contábamos con la ventaja de que ya teníamos un visado que nos habían expedido en el aeropuerto y puede que eso acelerara el trámite cuando lo vieron.
Y ya está, si todo ha ido bien seréis libres y podréis ir a coger un taxi o sherut hacia vuestro destino en Israel o Palestina.
Desde que llegamos a la frontera Jordana hasta que cogimos el sherut pasaron un par de horas escasas, por lo que el cruce fue bastante ligero.
Y ahora, nuestras recomendaciones si decidís cruzar entre estos dos países:

 

Consejos para cruzar de Israel a Jordania y viceversa

  • Llega pronto al paso fronterizo: Allenby bridge abre a las 7:30 de la mañana, cuanto antes vayáis, más rápido pasaréis. A última hora hay mucho tránsito de Palestinos pero muy pocos turistas. Además los sheruts no circulan durante todo el día, cuando nosotros cruzamos a la ida ya no había.
  • Atención a sellos de países árabes: El estado de Israel tiene una relación muy complicada con la mayoría de países de Medio Oriente además de no estar reconocido por muchos de ellos, por lo que si tenéis sellos de países como Marruecos, Turquía, Siria, Líbano, Emiratos, Egipto… es preferible que os hagáis uno nuevo para evitar largos interrogatorios (ojo, no quiere decir que si lleváis el pasaporte limpio no os vayan a hacer preguntas, pero desde luego reduciréis bastante la probabilidad).
  • Evitad decir que sois bloggers, periodistas o similar. Se han dado casos de gente que ha estado retenida durante muchísimas horas porque verificaban que tipo de artículos/contenido escribían.
  • Cuidado con el contenido de vuestro ordenador, e-mail y redes sociales. Si habéis estado en lugares comprometidos o tenéis información que podría no gustar al gobierno israelí, es mejor que eliminéis cualquier rastro. Suena a ciencia ficción pero a veces requisan ordenadores y cámaras de fotos para ver el contenido. También te pueden pedir tu dirección de e-mail y hackearla, esta gente no se anda con tonterías.
  • ¡OJO AL SHABBAT! Durante la fiesta sagrada de los Judíos las fronteras cierran como tarde a las 17.00 y no queréis quedaros tirados, ¿Verdad? Atención también a las fiestas musulmanas como El Aid, fin de Ramadán…
  • Hay un servicio VIP (100€) que promete cruzar la frontera sin esperas, con los mínimos controles posibles… ¿Compensa? Meh, no lo creo, demasiado caro.
  • Sé claro y conciso en los interrogatorios, evita dar demasiados detalles y cíñete a lo que te pregunten. No hagas bromas ni digas tonterías si no quieres que te consideren un potencial sospechoso.

Y hasta aquí nuestra guía sobre como cruzar de Israel a Jordania y viceversa. ¡Que la fuerza os acompañe viajeros!