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Qué ver en Rávena en un día, la ciudad de los mosaicos más bellos del mundo

¿Qué ver en Rávena en un día? Si te estás planteando visitar esta ciudad de la Emilia Romagna, conocida por albergar algunos de los mosaicos más bellos del mundo, patrimonio de la UNESCO, una jornada te bastará para disfrutar de  los famosos monumentos paleocristianos, pero en nuestro post vamos a descubrir otros lugares imprescindibles. Seguro que, como nosotros, te enamorarás de sus calles y plazas, sus mercados y gastronomía.

Qué ver en Rávena en un día: información práctica

Si quieres saber todo lo que necesitas para organizar tu visita a Rávena en un día, toma nota de estos consejos e información práctica que hemos recopilado después de nuestro viaje ¡Y luego cuéntanos si te han sido útiles!

Reserva de entradas

La reserva es más que aconsejable para visitar los monumentos paleocristianos, especialmente en temporada alta. Es cierto que en octubre, y siendo domingo, esperábamos una mayor afluencia de público pero, aún así, hicimos la reserva online un par de días antes. La entrada da acceso a 5 de los 8 monumentos y se puede utilizar durante 7 días. Además es obligatoria la reserva con fecha y hora para el Mausoleo de Galla Placidia y el Battisterio Neoniano. Puedes hacerlo en la web oficial: www.ravennamosaici.it (en italiano e inglés).

Transportes

La mejor forma de llegar a Rávena es en tren. Desde Bolonia tardamos una hora aproximadamente. Fíjate bien al buscar los horarios en la web de trenitalia y escoge un trayecto directo. Es cierto que también puedes hacerlo en coche pero ¡ojo! ya que el centro es zona ZTL (zona de trafico limitado). En el caso de que te alojes en el centro histórico, tu hotel facilitará la matrícula del coche para evitar las multas.

Cerca de la Basílica de San Vitale encontrarás un parking con 360 plazas (Parking Ravenna San Vitale-Largo Giustiniano) . Cuesta solo 4 € al día y los domingos y festivos es gratuito. Se accede al mismo desde Via don Giovani Minzoni.

Si viajas en autocaravana o camper dispones de algunas plazas de aparcamiento en Piazza della Resistenza.

Moverse por Rávena es bastante sencillo y, aunque había encontrado información sobre líneas de autobuses urbanos, la verdad es que no es necesario hacer uso de los mismos. El centro de Rávena se recorre fácilmente a pie. 

Qué ver en Rávena: los mosaicos más bonitos del mundo

El principal reclamo de Rávena son sus famosos mosaicos, de los más bonitos del mundo y desde luego los más importantes de occidente. Conocerlos era uno de esos sueños pendientes ¡y no me decepcionaron! Pero es que, además, junto con la Ciudad de Ferrara, Rávena se ha colado entre mis destinos preferidos en nuestro viaje a la Emilia Romagna.

Al comprar las entradas para conocer los mosaicos se sugiere un itinerario de visita, partiendo de la estación de trenes.  Es importante saber que el tiempo de permanencia en cada unos de los monumentos es limitado, aunque si la afluencia de público es baja no creo que estén tan pendientes de ello. De hecho, pudimos entrar un poco antes de la hora de nuestra reserva en el Mausoleo de Galla Placidia y en el Battisterio Neoniano. Supongo que en temporada alta esto se complica.

Después de seguir el itinerario sugerido, he llegado a la conclusión de que no es solo una cuestión práctica sobre el plano. Estoy convencida de que cada lugar que visitamos superaba en belleza al anterior. Nuestra última parada fue la Basílica de San Vitale y os puedo asegurar que en su interior sufrí un auténtico síndrome de Stendhal.

Os dejo nuestro itinerario detallado con los tiempos de visita y el recorrido a pie de un monumento a otro. Calculad y veréis todo lo que se puede ver y hacer en Rávena en un día, y seguro que es mucho más de lo que imaginabais.

Basílica di Sant’Apollinare Nuovo (de San Apolinar Nuevo)

En menos de 10 minutos a pie desde la estación se llega a la Basílica de San Apolinar Nuevo , que no hay que confundir con San Apolinar en Classe (ésta se encuentra a unos 5 km de la ciudad). El tiempo máximo permitido para la visita es de 25 minutos.

 

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Esta Basílica, de aspecto simple en su exterior, fue erigida por orden de Teodorico, rey de de los Godos, entre los años 493 y  526. Tras la victoria bizantina,  un edicto del Emperador Justiniano la convirtió a la ortodoxia cristiana y se consagró a San Martín de Tours. Fue más tarde, en el siglo IX, cuando pasó a llamarse de San Apolinar Nuevo, para distinguirla de San Apolinar en Classe, desde donde se trasladaron los restos del que fue primer obispo de Rávena, para ponerlos a salvo de los frecuentes ataques piratas.

Si su exterior resulta austero, el interior es muy distinto. Aunque los mosaicos originales del ábside fueron destruidos entre los siglos VII y VIII, las paredes laterales, completamente decoradas con teselas, deslumbran al visitante.

En la banda superior de mosaicos encontramos distintos momentos de la vida de Cristo, en la pared izquierda se representan 13 parábolas o milagros y en la derecha episodios como la pasión o el advenimiento. Pero mayor impacto produce las disposición de las figuras en la banda inferior, con la procesión de Vírgenes y mártires que se dirigen hacia Cristo en su trono, o la imagen de los tres Reyes Magos arrodillados frente a la madre de Dios.

Battisterio Neoniano (Baptisterio Ortodoxo)

Caminando otros 10 minutos, desde la Basílica de San Apolinar, llegamos al segundo monumento. El Battisterio Neoniano, como ya os adelanté, exige tener una reserva con la hora exacta de la visita, ya que el tiempo máximo de permanencia en su interior es de 5 minutos.

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De forma octogonal, se trata del Baptisterio mejor conservado del mundo, tanto por su arquitectura como por la decoración interior de sus mármoles, estucos y mosaicos. Como es habitual, la iconografía hay que «leerla» en modo ascendente. En la cúpula puede admirarse la escena del Bautismo de Jesucristo en el rio Jordán.

Capella di Sant’Andrea (Capilla de San Andrés y Museo Arzobispal)

Atravesando la Plaza del Arzobispado, a un minuto del Baptisterio, se llega al Museo Arzobispal. Una visita imprescindible para conocer la historia de la ciudad y descubrir en su interior, en el primer piso concretamente, la Capilla de San Andrés.

 

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La particularidad de la Capilla es que se trata del único edificio de culto ortodoxo edificado durante el mandato de Teodorico. Los mosaicos datan de los años 494-519 cuando en Rávena coexistieron dos confesiones religiosas: el arrianismo y el catolicismo ortodoxo.

Antes de entrar al Oratorio, encontramos un vestíbulo rectangular decorado con mosaicos y témpera, en los que se representan especies y aves como palomas, perdices, pavos , patos o papagallos. En la Capilla, sin embargo, se representa a Cristo y los cuatro Evangelistas, con un relato iconográfico de la glorificación de Cristo, en contraposición al culto arriano.

 

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El tiempo de visita, una vez más, es de 25 minutos que se os pasarán volando a poco que os detengáis no solo en la magnífica Capilla sino también en visitar el museo.

Mausoleo de Galla Placidia

Si algo hay que ver en Rávena, por encima de todo, es el Mausoleo de Galla Placidia junto con la Basílica de San Vitale. Dista unos 10 minutos a pie desde el museo, aunque nosotros programamos la visita para última hora de la tarde, justo antes de la hora del cierre,  y aprovechamos el intervalo para conocer otros lugares imprescindibles y muy aconsejables (además de comer, claro) Requiere, al igual que el Battisterio, reserva previa con la hora de entrada y el tiempo máximo de permanencia en su interior son 5 minutos.

El mausoleo fue edificado en el siglo V para albergar los restos mortales de Galla Placidia, hija de Teodosio el Grande y regente, en lugar de su jovencísimo hijo Valentiano III, del imperio romano de occidente. Sin embargo Galla, que murió en el año 450, no fue enterrada en Rávena sino en Roma.

Con un exterior austero, entrar en el Mausoleo de Galla Placida es como mirar un cielo estrellado. En el centro, la cruz representa el triunfo sobre la muerte. Aquí se encuentra, además, uno de los motivos más repetidos en los libros de arte, en las guías de viaje y hasta en los imanes y otros souvenirs de Rávena: las palomas que beben en una fuente. Con el agua como símbolo de vida, frente a ellas, dos ciervos beben en un lago.

 

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Se dice que el Mausoleo, a pocos metros de la Basílica de San Vitale, rivaliza con esta en cuanto a belleza. Y así es, a pesar de que el primero sea una pequeñísima joya (por su tamaño) frente a la grandiosidad de San Vitale.

Basílica di San Vitale (Basílica de San Vital)

Intentar describir lo que se siente al entrar en la Basílica de San Vital es una tarea ardua. Si Stendhal sufrió desvanecimiento o mareos frente a la Santa Croce de Florencia, puedo aseguraros que la impresión que me causó san Vitale fue muy similar. Y no, no exagero en absoluto. Si a la belleza extrema del lugar añadimos que, en medio del silencio absoluto, una paloma sobrevoló nuestras cabezas, uno podría creer en algún fenómeno sobrenatural. La realidad es que descubrimos un pequeño grupo de estas aves cobijadas en el templo.

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La construcción de la Basílica fue ordenada por el obispo Ecclesio, tras un viaje a Constantinopla en el año 525, y financiada por el banquero y mecenas Giuliano Argentario. Fue consagrada en el año 547 por el obispo Massimiano.

Lo primero que me sorprendió al entrar no fue solo la belleza de los mosaicos que decoran el ábside y el presbiterio, sino su arquitectura interior, más propia de Contantinopla que de Occidente, las columnas revestidas de mármol jaspeado. La parte central, octogonal, delimitada por ocho pilares que sustentan grandes arcos… La luz que se percibe resulta cegadora, no en vano se dice que Gustave Klimt inició su periodo áureo tras su visita a Rávena en 1903.

Y por si todo lo que alcanza la vista fuese poco, en San Vitale hay que mirar también al suelo para admirar los mosaicos a nuestros pies.

La iconografia de los mosaicos de San Vitale es muy amplia pero destaca sobre todo la idea del sacrificio (con el cordero, el Agnus Dei) y la eucaristía como redención. Si queréis conocerla en detalle, os aconsejo leer alguna publicación especializada.

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El tiempo de visita está limitado a 25 minutos, que casí nos resultaron escasos. Sin lugar a dudas, si algo hay que ver en Rávena, por encima de todo, es la Basílica de San Vital.

 

Qué ver en Rávena : otros lugares imprescindibles

Es indudable que un viaje a Rávena bien se justifica por visitar su impresionantes mosaicos, pero hay un buen número de lugares imprescindibles que ver  (y otros muchos que nos quedaron pendientes). «Spoiler»: estad bien atentos durante vuestro recorrido desde la estación al centro histórico, ya que en fachadas y edificios os encontraréis con referencias a uno de los personajes más ilustres que habitó esta ciudad y a su obra más célebre, La Divina Comedia.

Basílica de San Francesco

En el centro histórico de Rávena, esta Basílica que en sus orígenes (siglo V) estuvo consagrada a los Santos Apóstoles y a San Pedro, apenas conserva elementos de esa época. Su aspecto actual corresponde al tiempo en que los monjes franciscanos la establecieron como sede.

Como curiosidad, la iglesia (algo que parece ser común en muchas otras de la ciudad) fue sobreelevada una y otra vez, de modo que el plano original de la Basílica esta 3,6 metros por debajo del nivel actual.

Desde el altar mayor se puede ver la Cripta del siglo X, destinada a contener las reliquias del Obispo Neon. El pavimento de mosaicos, que se observa perfectamente (hay que pagar un euro para iluminarlo) está cubierto de agua y , aunque parezca increíble, habitado por peces de colores.

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El antiguo convento de San Francisco tiene mucho que ver con uno de los personajes más importantes de la ciudad (en realidad de la cultura italiana), Dante Alighieri. A este lugar acudía el poeta durante su exilio en Rávena y en un túmulo de tierra en el antiguo convento se encontraron sus restos que fueron trasladados a la actual tumba, junto a la Basílica.

Tumba de Dante

Si hasta ahora creías que la tumba de Dante se encuentra en la Basílica de la Santa Croce de Florencia, su ciudad natal, quizá te sorprenda saber que esto no es así. Es cierto que en la Santa Croce se encuentra el Cenotafio del poeta, diseñado por el escultor neoclásico Stefano Ricci, para albergar los restos del poeta cuando la ciudad de Florencia , en el S. XIX, quiso recuperarlos. El Cenotafio es un monumento funerario vacío y las dos ciudades italianas siguen en «litigio» por la vuelta del poeta al lugar que lo vio nacer.

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La tumba se construyó en 1321 como una pequeña capilla, pero en 1483, cuando Rávena formaba parte de la República de Venecia, se encargó al escultor Pietro Lombardo, la realización del bajorrelieve de mármol con el retrato de Dante que se puede ver en el interior. El actual mausoleo, un templete neoclásico, corresponde al S. XVIII.

La Biblioteca Classense

Soy muy «fan» de visitar cuantas bibliotecas encuentro a mi paso (recuerdo especialmente la Biblioteca Nacional de Austria en Viena) Pero es que, además, en el caso de la biblioteca Classense se trata de la biblioteca pública de Rávena, es decir de acceso libre. La pena es que una de las salas más impresionantes que posee estaba cerrada por restauración.

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La Classense tiene su  origen en la biblioteca de la Abadía de Classe, y contiene fondos de otros tantos conventos de la ciudad, después de que durante el dominio napoleónico se disolvieran todas las instituciones o comunidades religiosas.

La biblioteca ocupa la antigua Abadia Camaldulense, donde se trasladaron los monjes de la Abadía de Classe. Como entidad pública organiza actividades para niños, presentaciones de libros y otros eventos. Os recomiendo sentaros un rato en las mesas dispuestas en el centro de su Claustro. Compartiréis espacio con los estudiantes que se toman un respiro, y de paso descansáis de vuestro recorrido (hay máquinas de vending para tomar un café o un snack).

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En su amplio pasillo, en la planta superior, es frecuente encontrar alguna exposición. Os animo a visitarla en vuestro itinerario por la ciudad, echa un ojo a su web.

Piazza del Popolo

Esta plaza es el centro neurálgico de la ciudad, algo que hay que ver en Rávena, aunque es casi imposible que no pases en algún momento por ella. Con una historia muy curiosa (en otro tiempo estuvo cubierta de agua, ya que por aquí transcurría el río Padenna) su aspecto cambió radicalmente con la llegada los venecianos, bajo cuyo dominio se pavimentó la plaza y se implantaron elementos de la arquitectura veneciana, como las columnas de granito sobre las que reposaban el León de San Marco (el león alado) y San Apolinar, patrón de Rávena. Los símbolos venecianos desaparecieron con la llegada al poder del pontífice Giulio II, y junto a San Apolinar se puede ver la estatua de San Vital.

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La Plaza está flanqueada por varios edificios de gran belleza, como el Palacio y Torre del reloj, que pertenecían a un antiguo complejo religioso, el Palacio Apostólico o el Rasponi del Sale.

Curiosead y cruzad el pasadizo que conecta Piazza del Popolo con Piazza Unità d’Italia. En sus paredes descubriréis un plano de la ciudad en siglos pasados y, al llegar a la plaza, un rincón lleno de encanto, terrazas de cafés y restaurantes y una bonita muestra de arte urbano en las fachadas.

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Fachada en Piazza Unità d’Italia

Buenos planes en Rávena

Más allá de todo lo que hay que ver en Rávena, que es mucho, os aconsejo disfrutar de un simple paseo por el casco histórico, recorrer las calles comerciales al igual que los raveneses, para comprar o «solo mirar», o disfrutar de su gastronomía . Toma nota de algunos estupendos planes en la ciudad de los mosaicos.

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Visitar el Mercato Coperto (el mercado cubierto)

Este magnífico espacio gastronómico hará las delicias de cualquiera, bien sea para comprar algunos de los productos típicos de la región o para disfrutar sentado a la mesa de alguno de sus restaurantes.

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Sus orígenes se sitúan en el S. IX, cuando ya se celebraban numerosos mercados en la ciudad. El edificio actual corresponde a 1922, aunque anteriormente (ya desde el año 1254) la Casa Matha, lo que venía a ser la Cofradia de pescadores de Rávena, establece en este lugar su sede y  «la pescheria» (el mercado del pescado). En 1922, con una superficie de 2600 metros cuadrados, alberga ya cuatro pabellones: el des pescado, el de la carne, la fruta y verdura, y el queso.

En 2008, tras algunos cambios en los años 80, es reconocido como Bien Cultural de interés histórico artístico. La última reforma convirtió al Mercado Cubierto en un espacio enogastronómico y cultural que se inauguró el 5 de diciembre de 2019.

Probar la famosa piadina romagnola

No puedes, o no debes, marcharte de Rávena sin probar una de las comidas callejeras (o no) más famosas. Me refiero a la piadina romagnola. Te advierto que piadina puedes encontrar en muchos lugares de Italia pero que son tan diferentes unas de otras como lo son las pizzas. Y que la de Rávena está en el número uno de mi lista.

Las largas colas delante de Profumo di Piadina (Via Cairoli, 24) están más que justificadas. El local es diminuto y no tiene espacio para comer allí, aunque en la calle hay dispuestas un par de pequeñisimas mesas. Hay que coger número y cuando llegue tu turno pedir. Luego espera en la calle y una de los empleados saldrá llamándote a voces ¡Toda una experiencia que no debes perderte! Si te estás preguntando ¿Y si no hay sitio, dónde me como tranquilamente la piadina? Pues haz como nosotros, sigue la calle y al final llegarás a la estupenda Piazza del Popolo, ocupa uno de los bancos y disfruta del mejor restaurante con vistas. Y si eres de los que no perdona el café y el postre, allí mismo tienes el Cafe Il Nazionale.

Pasear o ir de compras como un auténtico ravenés

Algo que tienes que ver en Rávena es como viven los raveneses, mezclarte entre la gente paseando o mirando escaparates en Via Cavour. Además de las tiendas de moda, descubrirás muchas joyerías y pequeños talleres artesanales, muchos de ellos dedicados, como no podría ser de otra forma, a realizar pequeñas obras con mosaicos.

En Via Giuliano Argentario encontrarás muchas obras originales (ojo, que baratas no son) incluso comercios donde comprar botes de teselas de mil colores, por si eres un manitas y te atreves a crear tu propio mosaico.

Que ver en Rávena (y no nos dio tiempo)

Son tantas las cosas que ver en Rávena que siempre te quedará «algo en el tintero». En nuestro caso nos hubiese gustado visitar el MAR (Museo de arte de la ciudad de Rávena) y la Basílica de Santa María in Porto.

Conocer alguno de los talleres de mosaicos (en algunos imparten cursos) y las obras que se exhiben en parques, como el Parco della Pace,  y otros lugares de la ciudad (durante nuestra visita se celebraba además la «Biennale del mosaico») o descubrir el Street Art en la Dársena de Rávena.

Ya véis que un día da para mucho en esta ciudad pero que bien merece otra jornada (o dos, o tres…) para disfrutarla al máximo. Rávena es mucho más que la ciudad de los mosaicos.

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Puente Colgante Boutique Hotel

Ya lo dice una canción popular: «No hay en el mundo puente colgante más elegante que el de Bilbao». Y tener el privilegio de alojarte frente a una maravilla de la arquitectura y la ingeniería declarado patrimonio UNESCO en el 2006, como es el Puente de Vizcaya (más conocido como puente colgante de Portugalete) es solo uno de los motivos para escoger este recién renovado hotel boutique, en un edificio lleno de historia.

Si estás pensando en hacer una escapada a Bilbao, plantéate alargar tu estancia y no limitarte a conocer la capital vizcaína (vale, que está muy bien). Alojarte en una de las Nobles Villas, Portugalete, con excelentes comunicaciones  para llegar a Bilbao (metro, autobús, tren e incluso, en primavera y verano, en un barco turístico por la Ría del Nervión) te permitirá descubrir otras localidades cercanas y su historia, siempre ligada al mar y a un importantísimo desarrollo industrial de mediados del S.XX.

Puente Colgante Boutique Hotel: un poco de historia

 

El recién renovado hotel se ubica en la que que fue una impresionante  casa de indianos, construida por Manuel Calvo y Aguirre en 1871 como su residencia de verano. Este portugalujo emigró a Cuba con su familia cuando apenas contaba 14 años, y comenzó trabajando en una ferretería para acabar convirtiéndose no solo en dueño de esta sino también en  propietario de enormes extensiones dedicadas primero al cultivo del café y más tarde de la caña de azúcar. Tal era su amor por su villa natal que llamó a su plantación azucarera » El Portugalete».

A su regreso, en el ocaso del siglo XIX, viudo y sin descendencia, se trasladó a Cádiz por motivos de salud, donde falleció en 1904. En su legado, dejó escrito que su casa se convirtiese en café- hotel y que parte de los beneficios se dedicasen a la «olla de los pobres» que cada día daba de comer a los más desfavorecidos de la villa.

El Gran Hotel Puente Colgante acogió fiestas y actos culturales y entre sus huéspedes se contaba el mismísimo Alfonso XIII. Es fácil retrotraerse a un tiempo en que la música acompañaba en los salones, con influencias del swing o el jazz, incluso, si uno pone atención, quizá le llegue el eco de una habanera.

Bombardeado durante la Guerra Civil, reconstruido posteriormente, y pasto de las llamas en un incendio el año 1993 (dicen las malas lenguas que intencionado) tengo el recuerdo de su fachada ennegrecida por la humedad y la actividad industrial en la margen izquierda , con los Altos Hornos de Vizcaya muy cerca, que le confería un cierto aire vetusto y quizá un poco tenebroso.

En 2002 reabre sus puertas como Gran Hotel Puente Colgante, y es ahora, en 2019, cuando se redefine como Hotel Boutique, reivindicando su carácter y una historia que, bien pensado, podría ser el argumento de una buena novela.

 

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Los renovados salones

Alojarse en el Puente Colgante Boutique Hotel

 

Sus habitaciones, todas exteriores, se han redecorado con mimo y atención a los detalles, en una mezcla de estilo contemporáneo y elementos tropicales que nos transportan a la isla caribeña.

Muchas de ellas tienen vistas al Puente Colgante (si quieres disfrutar de estas maravillosas vistas sobre el monumento y la Ría del Nervión puedes solicitarlo en tu reserva) y el resto al Casco histórico de Portugalete, declarado conjunto monumental, que ofrece una arquitectura de las más bonitas de la zona, como el bello quiosco de música de 1912, uno de los más antiguos que se conservan en la provincia de Vizcaya.

Y si estás pensando que disfrutar de esta maravilla de hotel es un lujo inalcanzable, nada más lejos de la realidad, ya que encontrarás habitaciones por menos de 80€ (lógicamente dependerá del tipo de habitación y sobre todo de las fechas elegidas).

 

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Habitación estándar con vistas

Puente Colgante Boutique Hotel: su gastronomía

El desayuno

No se vosotros pero yo, cuando viajo, libre de obligaciones y horarios, una de las cosas que más disfruto es el desayuno del hotel. Y puedo aseguraros que en este hotel boutique el desayuno es «lo más». Bautizado como desayuno «healthy» (conste que lo de la terminología foodie no me va) yo prefiero destacar la enorme variedad de productos frescos, como frutas y vegetales. ¿Habéis probado el tamarillo o tomate de árbol? pues aquí lo encontraréis, junto a aguacates y frutas mas tradicionales. Yogures caseros, smoothies que os podéis preparar al momento, zumos, bebidas vegetales… hay variedad para todos los gustos y necesidades: veganos, o personas con intolerancias alimenticias (al gluten o la lactosa) cada vez más frecuentes.

 

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Desayuno healthy

Pero si preferís un desayuno más goloso, no hay problema. Su repostería recién horneada hará las delicias de los más exigentes y el café es realmente bueno (ojo, que lo dice alguien muy exigente con el café, una auténtica «cofeelover»).

 

Desayuno goloso

El bar

Incluso si no te alojas en el hotel, pero has decidido acercarte hasta el Puente Colgante (una visita obligatoria en tu viaje a Bilbao) no pierdas la oportunidad de hacer una parada a la hora del aperitivo. Te recibirá una barra llena de exquisitos «pintxos» que puedes acompañar de una cerveza de su «Tap Station» (yo te aconsejo una Dorchester, pero cuidadín que tiene una alta graduación alcohólica).

 

Restaurante El Paladar de la Habana

¿Es la hora de comer? pues genial. Disfruta de una carta en la que el carácter vasco y los productos autóctonos se combinan con los foráneos en recetas más arriesgadas. Una carta vasco-cubana llena de buen humor.

 

Una carta con mucho humor

 

¿Un bacalao? ¿Prefieres la carne? Venga, lancémonos, vamos con un roastbeef de secreto ibérico. Pero antes un buen guacamole, una tempura de verduras y algas, un tartar de tomate… y si, para acabar, una «muerte por chocolate».

 

Roastbeef de secreto ibérico

 

Si aun tienes tiempo para una copa, o regresas al hotel después de un largo día de visitas o de trabajo, no pierdas la oportunidad de relajarte en el Cromwell Pub tomando un cócktel (el combinado de tequila y mango es espectacular).

Puente colgante: el patrimonio UNESCO

La historia del hotel ha estado unida inexorablemente a la del Puente de Vizcaya. Inaugurado en 1893, fue diseñado por Alberto de Palacio, quien participó también  en la construcción del Palacio de Cristal del Retiro en Madrid. El ingeniero francés Ferdinand Arnodin se hizo cargo de la obra. Es por ello que en muchas ocasiones se dice que el Puente Colgante fue obra de un discípulo de Gustave Eiffel.

Merece la pena tomar este transbordador, justo frente a la puerta del hotel, y cruzar al otro lado de la Ría para descubrir el busto de Alberto de Palacio.

puente colgante

 

El año 2006 la UNESCO incluyó esta gran obra de la arquitectura y la ingeniería en su listado de Patrimonio de la Humanidad, por su perfecta combinación de estética y funcionalidad. Mucho antes de este nombramiento, de la expansión turística de Bilbao, y de que se instalara el  ascensor panorámico para subir a la pasarela peatonal (a 50 metros de altura)  el Puente Colgante era utilizado por una gran cantidad de ciudadanos para acudir a su lugar de trabajo o estudio de una margen a otra.

Aprovecha tu estancia en el Hotel para disfutar de la Noble Villa de Portugalete, de su casco histórico, la Basílica de Santa María o la Torre Salazar. No pierdas la oportunidad de hacer una visita guiada a cualquiera de estos lugares. Tuvimos la suerte de hacerla con Patricia, de Amabidea. 

Descubre también la población más marinera,  Santurce (o Santurtzi)… si, esa misma, la de la canción. Y súbete a la barquilla del Puente Colgante para llegar hasta el Paseo de las Grandes Villas de Getxo.

¿Qué os decía? ¿Es, o no, una buena idea escoger el Puente Colgante Boutique Hotel en vuestro próximo viaje a Bilbao?

 

Roadtrip por el sur de La Toscana: 5 días en la Val d’Orcia

Alquilar un coche es la mejor opción para recorrer lentamente la mágica y única Val d’Orcia, al sur de la Toscana. Nosotros, que ya conocíamos bastante bien la región, queríamos regresar a esta zona en concreto. Nuestro primer viaje fue en verano, cuando las colinas de la Val d’Orcia se asemejan más a las dunas en un árido desierto, así que estábamos ansiosos por descubrirlas con el verde intenso del trigo sembrado.

Si disponéis al menos de 5 días, os proponemos un recorrido, tal y como hicimos nosotros, para descubrir los lugares más famosos pero también otros menos conocidos.

Alquilamos un coche familiar en Roma, porque allí es donde aterrizamos, y viajábamos 5 personas. Podéis comparar precios y escoger lo que mejor se adapte a vuestras necesidades en esta web. Depende de vuestro aeropuerto de salida quizá tengáis disponibles vuelos a Florencia o Pisa.

La Val d’Orcia patrimonio de la Humanidad

En el año 2004 entra a formar parte de los lugares Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los criterios: «la Val d’Orcia es un reflejo de la forma en la que se reescribió el paisaje para reflejar los ideales del buen gobierno y para crear imágenes estéticamente agradables». De hecho, la bellísima ciudad de Pienza se considera la ciudad ideal según los cánones renacentistas.
La orografía de la Val d’Orcia resulta inconfundible. Sobre las cumbres, pequeñas cumbres de las colinas, los «Podere» (granjas o caseríos) vigilan un paisaje infinito, como faros lejos del mar que guían nuestros pasos. Las hileras de cipreses nos conducen hasta ellos… ¡Cómo si fuese posible perderse en el camino!.

Recuerdo perfectamente aquel primer día de nuestro viaje:  en el cielo había tan sólo algunas nubes, las pocas que no había podido arrastrar una lluvia aun reciente.

Es uno de tantos parajes que encontraréis a lo largo de la «strada statale» 146 que al llegar a San Quirico d’Orcia confluye con la Via Cassia, antiquísima calzada que parte de Roma hacia la Toscana, y que nos permite descubrir algunos de los rincones mágicos de esta región.

Alojarse en la Val d’Orcia

Escogimos uno de los lugares seguramente menos conocidos de la zona, con las ventajas que ello conlleva: tranquilidad, precios más contenidos y nada de aglomeraciones ni masas de turistas.

Radicofani Val d'Orcia

Radicofani es un precioso pueblo amurallado en la zona más al sur de Toscana, en la provincia de Siena. El apartamento en el que nos alojamos, en la estrechísima Via del Moro, se llamaba «Bellavista» -muy acertado el nombre- pues desde la ventana se descubría el paisaje de la Val D’Orcia. Roberto, el propietario, se había encargado por completo de su restauración. Desgraciadamente Roberto ya no alquila el apartamento (quisimos regresar en otra ocasión y no fue posible).

Precisamente por eso, él fue quien nos facilitó el contacto de la que ya consideramos nuestra casa en Toscana, a poco más de 40 kilómetros de allí, en la no menos hermosa localidad de Montefollonico.

Descubrir la Val d’Orcia

Con la comodidad y la libertad de viajar a tu aire en coche, os proponemos algunos de los lugares que nos gustó descubrir en este segundo viaje a Toscana.

Por supuesto, es «obligatorio» visitar localidades como Pienza y seguir ruta hasta San Quirico d’Orcia o la encantadora localidad de Montalcino, famosa por sus vinos. Os permitirá disfrutar del idílico paisaje de colinas y cipreses y hacer algunas de las fotos más famosas de la Toscana. El único inconveniente que podéis encontrar es que haya un exceso de turismo pero ¡qué se le va a hacer!

Siguiendo esta ruta os proponemos que os desviéis un ratito para visitar el antiguo monasterio de Sant’Anna in Camprena, perteneciente a la orden de los Benedictinos en el siglo XV, convertido hoy en un hotel. El lugar es conocido porque allí se rodó la película, protagonizada por Juliette Binoche y Ralph Fiennes, «El paciente inglés». También en los alrededores se obtuvieron algunos de los más bellos paisajes de «Gladiator». Pero, por encima de todo, el lugar invita a quedarse, a disfrutar de la paz y el silencio de las antiguas celdas, a contemplar el paraje apartado y solitario, a pesar de que tan sólo 6 kilómetros nos separan de la bella, turística y más concurrida ciudad de Pienza.

Muy cerca de allí, la serpenteante carretera que sube a Monticchiello, os recordará inevitablemente a la imagen de la publicidad de una famosa marca de pasta y pizzas italiana.

Abandonamos las sinuosas colinas que rodean a Pienza y San Quirico para dirigirnos hacia el más agreste paisaje que rodea el Monte Amiata, parque nacional, de origen volcánico. En este recorrido encontramos numerosas fuentes termales, cuyos beneficios descubrieron ya los etruscos, muchos siglos antes de que llegara la moda de los «spa».

» Vietato il bagno» (prohibido el baño), se nos advierte ante la enorme piscina de aguas sulfurosas que ocupa la piazza en Bagno Vignoni, donde se reflejan las casas de piedra, bellas y austeras, que la rodean. Lorenzo de Medici y Santa Catalina de Siena encontraron alivio para sus enfermedades en estas aguas y hoy algunos pueden hacerlo en los hoteles-centros termales abiertos al público.

En Bagni San Filippo seguimos el sendero (indicado) que nos dirige hasta el fosso bianco, donde la enorme roca calcárea que parece cubierta de nieve perpetua y que algunos llaman «la ballena blanca», se yergue sobre las pozas de agua que pueden alcanzar los 52 grados. La primera vez que contemplé este paraje fue en una película, de tan pésima calidad que ni siquiera recuerdo su título, creo que relataba la experiencia de un escritor americano falto de inspiración, y quedé tan impresionada por el lugar que me prometí visitarlo en cuanto tuviese ocasión.

Bagni San Filippo Val d'Orcia

Un gato gordo y perezoso dormita sobre el empedrado de la Piazza il Vecchietta, en Castiglione d’Orcia, cuyo nombre hace honor al pintor y escultor Lorenzo di Pietro. Marina persigue al manso felino con su cámara, mientras él parece gozoso de posar ofreciendo su panza a las caricias y mimos. Busca un lugar privilegiado al sol, junto al pozo de mármol travertino, de 1618, que preside la plaza silenciosa, frente al Palazzo Comunale.
Las callejuelas, estrechas y llenas de escaleras, nos conducen hasta otra plazuela, más animada por algunos niños y lugareños. Dos pequeñísimas mesas se disponen ante la entrada de «Il Ritrovino», bar, enoteca, alimentari… un local con escasas mesas en el que no nos resistimos a un café y una porción de tarta casera, bizcocho con almendra o chocolate. Curioseo en la alacena, que expone productos de agricultura biológica, mermeladas, salsas y farro, la primera vez que veo el grano utilizado en la famosa zuppa. Se asemeja al trigo, más pequeño, pero su sabor una vez cocinado es más parecido al de las lentejas, al menos en mi recuerdo.

Castiglione d'Orcia Val d'Orcia

Piazza il Vecchietta

La Roca de Tentennano, del siglo XIII, permanece para recordar un pasado de luchas entre Siena y Florencia, eternas rivales,  a quienes perteneció en unos u otros momentos de la historia, y en cuyos muros se refugió santa Catalina de Siena. Aunque parece ser que la suya fue sobre todo una misión de paz, intentando apaciguar a los señores de la Val d’Orcia, más allá de un simple retiro espiritual.
No es el único vestigio de las continuas luchas que vivieron estas tierras: la posición estratégica de algunos «borgos», amurallados una gran mayoría, y los restos de otras torres o fortalezas son buen ejemplo del espíritu duro y orgulloso de quienes los poblaron desde hace siglos.

Si os adentráis en el Parque natural del Amiata encontraréis pequeñísimos pueblos que os recordarán donde estáis pero no por su orografía ni paisaje (nada de colinas ni cipreses) Nombres como Vivo d’Orcia, Campliglia d’Orcia, o Ripa d’Orcia. Lugares con encanto que no aparecerán en la mayoría de las guías pero que os proporcionarán el placer de recorrerlos con absoluta tranquilidad y libres de turistas.

 

Qué visitar desde la Val d’orcia

Si disponéis de tiempo (al final todo depende del ritmo de cada uno) hay otras lugares muy interesantes que podéis visitar desde vuestro punto de partida en la Val d’Orcia. En 5 días y en modo «slow travel» os sugerimos algunos de nuestros lugares favoritos.

Siena

Eterna rival de Florencia, hasta el siglo XIV dominó la región. Su característica Piazza del Campo en la que se celebra cada año una de las fiestas más famosas del mundo, Il Palio,  y su Catedral (también Patrimonio de la Humanidad UNESCO) son solo algunos de los atractivos que ofrece. Los seneses se muestran orgullosos de serlo y , a pesar del turismo, la ciudad mantiene su caracter propio.

Tengo que confesar que es una de mis ciudades preferidas en Italia y que la hemos visitado en numerosas ocasiones.

Las ciudades del Tufo: Pitigliano, Sorano y Sovana

A unos 50 Km desde nuestro punto de partida (Radicofani) y ya en la provincia toscana de Grosseto, se encuentran estas tres localidades cuya característica es estar construidas, muchas de ellas excavadas en la propia roca, con el tufo, o toba volcánica.

Con una importantísima presencia de necrópolis etruscas en los alrededores, especialmente entre Sovana y Sorano, podéis hacer visitas guiadas (aunque nosotros desistimos porque aquel día llovía a mares)

Pitigliano es conocido como «la pequeña Jerusalén». La ciudad acogió desde el siglo XVI a una numerosa comunidad judía con la que se estableció una excelente convivencia. El Palazzo Orsini, la Sinagoga, y recorrer las callejuelas del antiguo barrio judío bien merecen una escapada.

Roadtrip Val d'Orcia

 

Si volvéis al aeropuerto de Roma, desde la Val d’Orcia, os sugerimos dos lugares de paso ,en los que deteneros, que seguro no os dejan indiferentes: la bellísima Orvieto, con su impresionante Catedral,  y Civita di Bagnoregio, la ciudad que muere (dicen que su terreno arcilloso se desmorona cada año)

Esta es la libertad que te proporciona conducir a tu aire con un coche de alquiler ¡Por muchos roadtrips más, viajeros!